Capitulo Cuatro

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Harry miró el reloj el viernes, esperando oír a Louis tocar por última vez. El hombre había entrado en su despacho los últimos dos días más veces que en todo el tiempo que llevaba trabajando para Michelson Inc.

Las interrupciones de Louis no lo habían molestado, sólo el hecho de que Louis buscaba sus órdenes, y Harry ya estaba en apuros para encontrar alguna para el hombre. No es como si estuvieran en casa de Harry donde podrían jugar libremente. Estaban en el trabajo.

Harry le había dado a Louis todo el trabajo que se le había ocurrido, además de algunas cosas añadidas, pero Louis había terminado esos trabajos tan rápidamente que Harry se había quedado sin ideas. Por lo que solo enviaba a Louis a por café cada vez que el hombre entraba en su oficina.

Y Harry no bebía café.

El familiar toque sonó en la puerta de la oficina de Harry.

―Adelante.

La puerta se abrió lentamente, Louis agachó la cabeza mientras se apresuraba al interior y cerraba la puerta detrás de él. ―Es hora de salir, señor. ¿Debería seguirlo desde el estacionamiento?

Harry se levantó, cerrando su computadora mientras estudiaba a Louis. ―No, te di la dirección. Espera unos minutos antes de salir. No quiero que nadie sospeche que me estás siguiendo.

Harry aún tenía que pensar en la política de la oficina.

Louis le dio una rápida inclinación de cabeza antes de salir de su oficina. Harry sonrió y cerró los cajones de su escritorio, agarró su chaqueta del respaldo de su silla, y se dirigió hacia el exterior del despacho.

Se abrió camino a través del laberinto de cubículos, resistiendo la urgencia de mirar por encima hacia el área de Louis. Harry sabía que cada uno de sus empleados lo miraban como halcones. No le haría ningún bien que todo el mundo lo viera mirando con anhelo a Louis.

Haciendo su camino hacia el ascensor, Harry se quedó allí y esperó a que el ascensor se abriera camino a su piso. Entró en la pequeña caja, mentalmente gimió cuando vio al director general caminado hacia él ―Hola, señor Creekside.

―Styles. ―Asintió el Sr. Creekside―. ¿Esperaba con impaciencia el fin de semana?

Si sólo el Director General supiera.

―Mucho, señor. ―Harry le dio una sonrisa cortés, pero quería poner una sonrisa de oreja a oreja. No podía ni siquiera empezar a describir lo mucho que esperaba este fin de semana.

―Muy bien ―dijo Creekside, cuando salía del ascensor.

Harry abandonó el edificio, yendo hacia su coche. Oró porque Louis no fuera demasiado entusiasta y saliera corriendo detrás de él. El señor Creekside estaba aparcado a sólo unos cuantos coches por debajo.

El jefe no era un hombre malo, pero le había dejado más que claro que no iba a aceptar cualquier confraternización entre los empleados, especialmente los empleados del mismo sexo. Harry ni siquiera estaba seguro que el Sr. Creekside supiera que prefería a los hombres.

No es que Harry tratara de ocultarlo, pero no mezclaba su trabajo y vida personal si podía evitarlo. Sólo había algunas cosas en la vida que no debían ser compartidas. Su necesidad de dominar se encontraba en la parte superior de esa lista.

Harry esperó un momento, viendo como el señor Creekside sacaba su coche de su plaza de aparcamiento, y luego hizo lo mismo con su propio coche. Vio a Louis salir cuando él salía del edificio y sacaba su coche de su plaza dirigiéndose hacia la salida.

Louis se detuvo junto a las puertas del edificio y vio a Harry salir conduciendo. Harry solo pilló un vislumbre del hombre en su coche por el espejo retrovisor mientras se metía entre el trafico. Bueno, al menos no corría.

LAS LECCIONES DE LOUIS |Larry Stylinson| AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora