Fantasías

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Son las tres de la mañana y aún no puedo dormir. La luz de la luna entra por la ventana y le da en el rostro a la chica que tengo pacíficamente dormida a mi lado, se ve linda y pienso en que tan profundo debe de estar durmiendo para que la luz no la despierte. Juego con el rayo entre mis dedos creando sombra para protegerle. Al ver la sombra que proyecta mi mano sobre su pómulo en mi despierta una nostalgia fantasma de ternura. Es que nunca he tenido la oportunidad de acariciarle con cariño... y que ella supiera que era así.

Su cuerpo está cubierto hasta la cintura con la sábana de su cama; sus pechos están cubiertos por sus antebrazos que dirigen sus manos bajo la almohada. Tiene el cabello alborotado y las bragas mal puestas. Me encanta poder mirarla así, tan tranquila, relajada, tan en paz y despreocupada. Se siente como si nos conociéramos de toda la vida. Más que poder mirarla, me encanta la confidencia que me da sentirla tan a la deriva y franca. Me fascina esta parte de todo esto, es la única en donde creo que está bien verla con ternura.

Solía repetirme "si no se da cuenta no hay ningún problema" Claro, al principio la idea lograba confortarme y hasta la creía eficaz. Creía que si podía convencerme de que estaba bien y que lo podía controlar o olvidar mientras ella no se diera cuenta, mientras pudiera estar cerca de ella, todo estaría bien, pero que les digo, las excusas caducan y los sentimientos negados crecen aún mas fuertes y rebeldes, al punto en el que esconder algo tan grande y fuertemente fundamentado entre palabras que en el fondo, desde el principio ni tu te creías. Parece algo estúpido.

Acordamos que esto no iba a pasar, que ambas buscábamos algo casual, pero es que así era, así es como debía suceder.

No sé si fue que pasamos mucho tiempo juntas o que simplemente es maravillosa y desde el comienzo no tuve elección. La verdad lo que me asombra aún más es que no lo vi venir. Sólo puedo recordar como fue que empecé a disfrutar escucharla hablar de lo que la pone feliz o lo que le gusta hacer, cuando empecé a disfrutar de sobre manera sus historias locas de cuando era una niña, cuando comencé a desear arrullarla mientras el alcohol y la madrugada hacían lo suyo y en sus vagas palabras y en sus ojos podía ver sus demonios y enajaulado corazón. Cuando comencé a amar sus tonterías y a querer que siempre fuera feliz.

De mis pensamientos me saca ella, que se remueve entre las sábanas

-Mmm...- balbucea-

Sigilosa me acerco a ella y rozo la piel de su brazo

Está helada y de seguro tiene frío. Sonrío y más temprano que tarde tomo la cobija para ponerla sobre ella. Aún estoy cerca y logro sentir su caliente respiración chocar contra mi labio inferior, lo muerdo para contener las ganas que tengo de ponerlos sobre los suyos.

No la quiero despertar, y por mi mente pasa la fugaz idea de que sin duda un beso en sus suaves labios sería mejor que abrazarla y besarle la frente.

Se limita a acomodarse y suspirar, está cansada y no abre los ojos. Quedo perpleja cuando veo que se acerca a mi y estira los brazos buscando ¿un abrazo? Cuando logro entender que me busca y que quiere acurrucarse no lo pienso dos veces y embobada la recibo y la dejo descansar sobre mí.

Siento sus pequeños suspiros y las yemas de sus dedos acariciando mi brazo. Estoy atónita, helada. Este acercamiento tan personal e íntimo me confunde, sólo puedo agradecer, y rogar para que esto no acabe.

Como si no fuera suficientemente fabuloso lo que acaba de hacer, Percibo sus labios dando pequeños besos por mi pecho; en ese exacto momento mi corazón se dispara.

En muchas ocasiones he sentido su cuerpo fundiéndose con el mio, sus labios y su boca entera, pero nunca se había sentido como ahora, tan... Tierno; También había podido sentir su calor pero jamás de una forma emocionalmente íntima y mutua ¿Esto es mutuo? ¿Querrá ella que se sienta así, que yo lo sienta así?

El misterioso arte del amor propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora