Recaída

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Mientras duermo, entre sueños, comienzo a escuchar un sonido lejano, todo lo que estaba sucediendo en él se detuvo, hasta los personajes psicodélicos en él se han detenido a descifrar conmigo de dónde proviene ese sonido tan molesto y creciente.

Efectivamente, era mi querida alarma, que, todos los días desde hace unas semanas que decidí dejar de compadecerme de mí misma y comenzar a cuidarme, suena recordándome que tengo que vivir otro día.

Después de tomar desayuno y estar un poco más decente para vivir, comienzo mi rutina de ejercicios, luego hago un poco de yoga y estiramientos. Les digo, puede que esté muy mal, pero la iluminación y elongación que me está dando hacer esto todos los días no se compara.

Y aunque suene aburrido, toda esta rutina y rituales que tengo, en realidad me están ayudando a sentir que nuevamente tengo el control sobre mi vida y sobre mí en general, aunque debo admitir que son soluciones totalmente parciales, yo creo que sé que ni toda la energía del universo me pueden ayudar si es que yo no estoy enfrentando y haciéndome cargo de mis problemas.

Tomo una respiración profunda, esto está pasando de nuevo, la verdad no quiero sobre pensar cosas y no poder sacármelas de la cabeza en todo el día, o si quiera empezar a pensar en cosas que sé que no podré solucionar ahora y sólo será una mala inversión de tiempo pensando en estupideces.

Para evitar un poco la situación, además de la abrumante cantidad de pensamientos que comienzan a rondar por mi cabeza, de la mano con aquel sentimiento en lo profundo de mi mente que, aunque quiera que las cosas estén bien, no lo están, no lo estarán, y nunca lo han estado. Decido que es hora de mi mañanero.

Tomo mi moledor y comienzo a poner  los cogollos dentro de él, saco mi bong y me doy la primera tanda. Finalmente, y como si nada me siento en el sillón por unos momentos a ver Bob Esponja mientras me pega, antes de tener que pararme a hacer los quehaceres de la casa.

Comienzan a pasar los minutos hasta que me encuentro realmente intrigada en sí, Calamardo y Bob podrán entregar la pizza de Don cangrejo caliente y a tiempo, o si al fin Bob podrá sacar a las medusas psicodélicas y fiesteras que se le colaron en su piña.

En realidad, tener marihuana en el sistema no es como te cuentan en el colegio, esa idea de estar viendo elefantes morados o conversando con tu abuela muerta mientras viajas por el universo, es muy poco real, bueno, al menos con lo que a mí me pasa, y los efectos que he visto en otras personas, jamás he escuchado de alguien que la marihuana le haga efecto como si fuera ayahuasca o algo parecido, quizás si malos viajes en los que te sientes extraño, un poco paranoico o personas que de plano se van en pálida, y eso no es para nada cool, pero eso se evita sabiendo las cantidades que estas fumando y sabiendo que es lo que estas fumando. Amiguitos que están leyendo esto, fumen con precaución, moderación, si es acompañados, con personas en las que ustedes confíen, y si se van en pálida, conserven la calma, va a pasar, no se van a morir, coman chocolatito, tomen juguito watts, pa que les vuelva el alma al cuerpo... ¿Mis profesores de primaria habrán probado la ayahuasca? Probablemente sí.

De entre mis pensamientos y Patricio Estrella intentando vender chocolate, me saca mi celular que comienza a vibrar. Me está hablando una vieja amiga, Matilde, vive por aquí cerca. Me está invitando a una junta pequeña que va a hacer en su casa, pero viniendo de ella muy probablemente sea más que eso, pero de cualquier forma acepto.

Sé que si quiero salir al menos debo dejar este lugar reluciente. En realidad, no creo que mi madre llegue hoy, pero con el tiempo aprendí que si quiero salir de casa debo limpiarla primero, no lo sé, es algo por lo que siempre me regañaban cuando era pequeña, porque en realidad no me gusta limpiar, pero con el tiempo simplemente se hizo un hábito.

El misterioso arte del amor propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora