Abstinencia

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Te brindo cobijo entre mis brazos mientras lloras desconsolada y balbuceas un par de cosas que no soy capaz de descifrar entre los hipos y suspiros que sueltas. No me hace falta mucha imaginación para deducir que era de lo que hablabas, de ella. De esa chica de la que parece que estás más enamorada que de ti misma, que no está contigo y que te dañó más de una vez, y que ahora, aunque estás lejos de ella lo sigue haciendo.

La verdad nunca llegué a entender muy bien que era lo que te hacia tan feliz de ella. Créeme que he escuchado con atención cada historia, cada recuerdo, pero todos tratan de como tú la hacías feliz y a la vez lo eras por eso; Pero jamás te he escuchado mencionar que en algún momento ella se esforzara por hacerte realmente feliz, ni en lo más mínimo. La verdad no te culpo, entiendo que es estar en tu lugar, y ahora tu sabes que se siente ser ella. Quizás algún día te des cuenta, quizás no en realidad.

Sé que es lo que quieres de mi, y creo que tu aún no sabes que, eso espero porque si lo estas haciendo intencionalmente eso sería aún peor. Aunque pienso que en el interior todos sabemos cuando estamos haciendo mal, pero nos aferramos a la idea de que los protagonista son héroes y tú al ser la protagonista de tu propia historia no quieres ver el daño que causas. Eso nos pasa a todos ¿no? . Ensimismados en nuestro propio sufrimiento, muchas veces potenciado por el dramatismo. Tanto que no nos detenemos a ver el efecto real que tenemos sobre otras personas. Por eso no nos detenemos a preguntar.

Y ahora, consciente o no. Quieres replicarte, refugiarte para sanar y correr al peligro otra vez. Pero esta vez tú no eres quien fuiste. Ahora es mi turno.

Te recuestas en mi hombro mientras a lo lejos suena música. Me dices un par de cosas bellas, sonrío y te beso. Me dices que eres melancólica, pero me quieres. Me gusta pensar que puedo manejar la situación, y que en realidad no te creo. A pesar de las dudas que me genera mi lado escéptico. Te sigo amando, te sigo necesitando.

En realidad esto no pasa muy seguido, pero cada que pasa, casi siempre me llamas buscando algo nuevo para salir de tu mierda, lo que me dice que cada cuanto me añoras. Es curioso como la mediocridad nos reconforta cuando creemos que es todo lo que merecemos. Todo eso me enfurece, me enfurece el que te sientas así y que yo no pueda hacer mucho al respecto, y que yo crea que lo que merezco de ti es tu mediocridad.

Las cosas suelen suceder así:

Tu me llamas después de que te comenzaste a alejar de mi porque ella te escribió, el asunto es que al parecer se le has olvidado por un par de días. Lo cual no me cuentas, pero dices que me extrañas e inventas miles de excusas por las que no habíamos hablado. Como siempre te digo que no te disculpes, que no pasa nada. El corazón me late rápido. Quieres verme, quieres que vaya a tu casa; yo te digo propongo ir al cine o a comer algo, excusas, más excusas. Llego a tu casa, como siempre pones la misma música. Me recuesto en tus piernas, me acaricias, como me encantan tus manos; Te cuento mi vida entera, me escuchas, secas mis lágrimas, me dices que todo estará bien, que estarás conmigo, me cuesta creerlo en verdad. Vemos una película, hace frío, te abrazo; Comienzas a tocar mis piernas y acariciar mi espalda, te miro y nos besamos, tus besos son cálidos y apasionados, con esa característica distancia que siempre logro saborear escondida detrás de tu paladar. Me dices que me amas ¿Me ama? Buscas debajo de mi blusa, liberas mis pechos atrapados bajo mi ropa interior, me susurras que me necesitas ¿De qué forma? Metes las manos bajo mi pantalón y dices que quieres que sea tuya ¿Todavía no lo soy? Terminamos en tu cama a veces me abrazas y no estoy segura de en que o en quien piensas, pero siento tu calor y me reconforta; Otras simplemente te quedas mirando el techo y hablas muchas estupideces, otras, cosas no tan tontas. Cuando te das cuenta de lo agobiada que estas muda te levantas a fumarte un porro, lo odio. Con el te sueltas y puedes comenzar esa charla sentimental y falsa en donde juras y siente más que nunca. Finalmente o yo decido irme porque te quedaste dormida o me haz echado con la excusa de que pronto llegará tu madre.

El misterioso arte del amor propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora