Ya sé que el sol ha llegado,
la noche lo sabe también.
El viento está lleno de vejez.
Ya mi cama es acribillada por
viejos poemas, hasta sangrar.
La lengua que habla en pasado
presagia algún desastre.
No conozco este nuevo mareo
de las palabras; se roban los
recuerdos vanos espejos de
voz helada.
La llovizna cae sutil entre
dos alegrías.
Eso parece doler aún.
Amanece en las sábanas,
en la madera de piel fija.
Y siempre migra un intento
de rejuvenecer los abrazos,
los besos perdidos en la
esquina de la esperanza.
Miguel García Salguero/Errante Peregrino.
