En la noche pavorosa se vuelve tu nombre un lirio,
y el estío se derrama en el agua de un suspiro.
Por todo orbe existe una pasión de rosas,
y el mar deviene en un beso que guardo entre mis prosas.
Vale la vida un recuerdo, vale mi dolor un olvido.
Recrea tu figura en mi memoria, tanto amor,
como jamás se ha vivido.
Es un sueño etéreo el silencio de las cosas,
es una puerta que gira y regresa con tus formas.
No han partido aún los trenes del pasado, malherido.
Juntos estamos en una nube de junco, de cadera,
de abrazos escondidos entre las piernas.
Llevo un suave delirio en mis manos de viento,
asido a tus labios, consolidado en mi alma,
y en esta noche de pavura, roza mi espalda el tiempo.
Miguel García Salguero/Errante Peregrino.
