La aflicción como una mano,
como un puente que desgrana
el pasado en pequeños guijarros.
Y los ojos de mirar la nada,
y la avalancha de sonrisas
que no sirven.
Pero sirve el sueño de la rama
fingiendo ser pájaro, el mismo
sueño repetido, el mismo árbol.
Tengo que leer un nuevo poema
en voz alta, y exprimir los pulmones
de respirar las palabras,
aunque no me sirva ya esta aflicción,
y no sirvan las camas
del desamparo.
¡Pero ahí está el sueño del bosque,
fingiendo ser árbol, y rama,
y pájaro!.
Tengo que respirar un poema
que me detenga en el recuerdo
de la amada, y ahí está la mujer
atrapada en mi sueño, fingiendo
ser poema, como una exaltación
de mi voz, como un viejo árbol.Miguel García Salguero/Errante Peregrino