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Cuando finalmente abrió sus ojos, el dolor desapareció y ante ella había un rostro que conocía tan bien como el suyo. Los ojos rojos de su amado estaban llenos de tormento.

—¿Jackson?

Los pétalos la liberaron inmediatamente y se apresuró a abrazar a su amante. Fuertes brazos le rodearon mientras el hombre dijo con la voz entrecortada su nombre.

—Aara. Mi preciosa Aara.

Comenzó a llorar cuando los recuerdos de su antigua vida la invadieron. Ella apretó los ojos, cerrándolos.

—Jackson, me quemaron. Me llamaron la puta del diablo y me quemaron. Me dolió tanto. Me dolió tanto.

Sus dedos aferraban la amplia espalda de Jackson mientras se estremecía ante los terribles recuerdos de su dolorosa muerte.

Manos fuertes calmaron sus estremecimientos y la estrecharon firmemente.

—Lo sé, cariño, lo sé. Lo siento mucho. Pero estoy aquí, estoy aquí y voy a protegerte. Nadie nunca te lastimará de nuevo.

Se sostuvieron mutuamente cerca durante un largo momento hasta que Aara se retorció sobre el altar. Esperaba dolor, pero su cuerpo ya había sanado. Se sintió mareada.

Sus ojos estaban nadando con colores que nunca había visto antes, sus oídos en sintonía con cada sonido. Sentía como si ella pudiera oír incluso las lombrices de tierra cavando en la suciedad. Y estaba más hambrienta de lo que alguna vez había estado antes en su vida.

Aara sacudió la cabeza en confusión.

—Jackson… Me siento extraña.

Intentó levantarse, pero sus piernas no parecían querer moverse derechas. Ella tropezó y Jackson la atrapó. Ojos rojos brillaron mirándola antes de que la alzara, sus brazos asegurados por debajo de su cintura y rodillas.

Jackson le acarició el cuello con nostalgia.

—Cuidado, jovencita. Tomará algún tiempo acostumbrarte.

—¿Qué, qué tomará algún tiempo para acostumbrarme?

—Tú eres como yo ahora. Parte del hechizo que fue lanzado, consagrado por el derramamiento de sangre virgen en el antiguo altar, has sido transformada y nacida de nuevo como una inmortal.

Aara apenas podía entender las palabras que pronunciaba, tan fuerte era ahora su hambre y sed, dominando todos los demás pensamientos. Nada más importaba. No podía hacer más que gemir necesitada.

—Tengo hambre, Jackson. ¡Hambre!

Sentía como si hubiera un enorme nudo vacío en su estómago, un vacío rugiente, ansioso de ser llenado. El centro de sus ojos marrones brillaban en rojo con la voraz sed de sangre de los recién transformados.

Jackson sonrió y apretó la cabeza de su amante hacia su cuello.

—Bebe, cariño. Bebe de mi sangre y sacia tu sed.

Las piernas de Aara rodearon su cintura y sus nacientes colmillos ávidamente se hundieron en la piel de la garganta de Jackson.

Ella succionó glotonamente la sangre que brotaba de la yugular de su creador. Era el más delicioso néctar, dulce y calmante sobre su lengua, caliente y húmedo y llenando su boca y su estómago, apagando su sed. Que fuese la sangre de su amante demonio sólo hizo que todo fuera mucho más dulce.

El calor llenó su cuerpo, haciendo que su cabeza diese vueltas con una embriagadora excitación mientras se alimentaba. Sus esbeltas caderas lentamente comenzaron a mecerse mientras presionaba su cuerpo contra el estómago de hierro del otro hombre.

Jackson gimió por el placer mientras su amada succionaba ávidamente de sus venas, casi superado con el placer de ser uno en la forma en que sólo podían hacerlo aquellos con sangre inmortal. Intercambiar sangre para ellos era lo mismo que intercambiar votos. Serían uno para toda la eternidad; capaces de sentir la presencia del otro, no importando cuán lejos.

Sabrían cómo se sentía el otro, lo que estaban pensando, sin decir una palabra.

Not By The Moon [Jackson Wang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora