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Humillantes lágrimas llenaron los ojos de Aara mientras le rogaba.

—Por favor no me hagas esto, yo no he hecho nada. Por favor, por favor, déjame ir.

El hombre no dijo nada. Comenzó a deslizar los dedos por la piel del vientre de Aara, y eso hizo que se retorciera.

Calidez se diseminaba por su cuerpo cuando placer engulló sus sentidos. Él mordió su labio inferior cuando ella luchó para negar los sentimientos corriendo a través de su traicionero cuerpo.

Las lágrimas de Aara comenzaron a caer de nuevo, las nuevas corriendo a través de las viejas sendas. Las manos cálidas ahuecaron sus mejillas húmedas, barriendo las lágrimas que continuaron fluyendo.

—Lo siento ángel, lo siento mucho.

Aara miró a través de sus lágrimas para ver la cara del hombre. Sus ojos estaban llenos de tristeza. Ella no podía entender eso.

¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo esto si él no lo deseaba?

Gritó en shock cuando los dedos del hombre rozaron la apertura húmeda de su cuerpo, presionando dentro de su calidez, pero no lo suficiente, no lo suficiente para lo que iba a venir.

Sus ojos se desencajaron de terror cuando sintió la desnudez del hombre presionado sobre su propio cuerpo. Pensaba que estaba mal, y aún así su cuerpo se sentía cálido y sentía hormigueos donde nunca creyó posible, ansiando el contacto más profundo.

El hombre se acercó, su aliento contra la piel del cuello de Aara. Ella no lo entendía, pero necesitaba sus cuerpos tocándose por completo. Era una necesidad imperiosa. Estaba tan asustada, no quería esto... no lo quería.

El hombre acercó sus labios, apenas el roce se sentía tan profundo. Aara no sabía cómo tranquilizarse, sólo quería huir. Pero entonces vino lo más inesperado: gritó cuando el dolor la atravesó, rompiendo su piel. Como dos agujas clavándose sobre su carne. Ardía, quemaba y sentía que su vida se drenaba, volviéndose cada vez más oscura. El dolor pareció una eternidad.

Pero entonces...

Entonces como si de una poción mágica se tratase, sintió tranquilidad. Lo que el hombre hacía debía tener alguna anestesia para su víctima, porque sólo así encontraría respuesta a lo que sentía.

De repente, sintió calor, mucho calor, y una electricidad excitante recorrió todo su cuerpo. Entre sus piernas el calor crecía, sentía un deseo descontrolado que era casi doloroso, y misteriosamente era calmado por los colmillos en su cuello. Era como si la forma que penetraron su piel había aumentado el deseo, tener esa parte del hombre dentro de su cuerpo la había llevado al límite.

Estaba tan cerca...

Y el hombre le dio lo que Aara necesitaba. De una sola vez, el hombre entró en su cuerpo de un sólo empujón, desgarrando su lugar virginal, y el dolor le llenó los sentidos. Sólo fueron necesarios unos movimientos para que su cuerpo temblara y encontrara su gloria.

Su visión borrosa y chispas se dispararon detrás de sus párpados. Su angustioso clamor llenó la sala, haciéndose eco de sí mismo, amplificado por las duras paredes de piedra.

Ella podía sentir su carne rasgarse y la calidez de su sangre se filtraba por la piel de su cuello. Las gotitas rojas cayeron para salpicar sobre el altar de piedra blanco hueso. En el momento en que la sangre fue derramada sobre el altar, un brillante destello de luz llenó su mente.

Los recuerdos de una vida pasada se precipitaron hacia ella, como un remolino de agua sobre su cabeza, ahogándola con su intensidad.

Su conciencia fue hecha trizas y luego se rehizo otra vez.

Not By The Moon [Jackson Wang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora