La italiana corría bajo la lluvia desesperada, con lágrimas en sus ojos.
No.
No podía estar pasando.
Era su hijo, su bebé.
¿En qué demonios estaba pensando cuando tomó la decisión de huir con Reino Unido? ¿Cómo se atrevía a dejar a sus bebés?
Agitada llegó a las puertas del Hospital donde estaban sus hijos y ex-esposo. Un oficial la detuvo y pregunto si necesitaba algo.
España salió y se miraron.
Estaban en vía pública, no podían gritarse como antes. Eso no importa, importa su hijo.
— • — • —
Estaban los cinco esperando ahí, un silencio tenso los rodeaba.
Suiza salió, desanimado y nervioso.
— Familia de República Argentina — llamó mirando a las diversas familias —.
— • — • —
Dolor. Tristeza. Rencor.
Todo junto recorría a esos cinco países admirando el cuerpo ligeramente pálido del bicolor.
No iba a despertar, pero se negaban a entenderlo. En especial el español, era su único, genéticamente, hijo.
Estaba más que deprimido.
Portugal, su mejor amigo, lo consolaba.
Uruguay y Paraguay se abrazaban, mientras que el menor lloraba desconsolado por su pequeño hermano.
Un pitido provocó que mirarán la máquina que detectaba el pulso del menor.
No.