La mansión Stark no solía ser un lugar tranquilo cuando Howard y María estaban juntos, y no es que su matrimonio se estuviese viniendo abajo ni mucho menos, pero había algo que hacía que ambos culminaran con la paciencia del otro día tras día.
—¡Maria, te digo que está enfermo! —Gritaba Howard al borde de la locura por enésima vez.
—¡Tiene 11 años! ¡Es un niño! Joder, es solo un amigo imaginario. —Defendió Maria, aunque en el fondo más bien trataba de decirse eso a sí misma.
—¡Me dijiste lo mismo cuando tenía 5 años! ¡Ya es un hombre!
—¡Aún es un niño! Tú y tus ideas machistas dicen lo contrario, pero no me importa.
—Pues si no crees que es un hombrecito ahora, imagínate, jamás va a llegar a serlo. —Gruñó.
Maria rodó los ojos y la discusión continuó, no pararía pronto y de eso estaba seguro el pequeño niño de la casa.
Tony, quien estaba escuchando tras la puerta afuera del estudio de su padre, apretó entre su mano un destornillador color rojo con el que había estado jugando y con sus ojos llorosos volvió a su cuarto.
Estaba harto de escuchar a sus padres discutiendo todo el día sin cesar, pero lo que más le dolía no era el hecho de que pelearan, si no el hecho de que era por su culpa. Era un niño, sí, pero era muy inteligente.
Él solo quería pedirle ayuda a Howard con su brazo mecánico, hasta se había esforzado en cuidar sus herramientas y mantenerlas organizadas, cosa difícil para alguien como Tony que entre juegos e inventos terminaba con una mesita llena de herramientas y tuercas.
Cuando entró a su habitación, vio a Steve ahí, esperándolo sentado con una gran sonrisa. Era su único soporte desde hace años.
—¡Tony! —se levantó de la cama, pero el castaño bufó dejando la herramienta en el escritorio y limpiando con rabia sus lágrimas, no le gustaba dejarlas salir.
Por qué los hombres no lloran. Eso decía papá.
—Silencio Steve...
—Oye ¿son tus padres otra vez? —Cuando Tony tomó asiento en su escritorio, se sentó a su lado.
—Si...-Con sus ojitos aún llorosos, su vista se posó en un pequeño reactor que descansaba en su mesa. —Siguen pensando que estoy loco por hablar contigo.
—Es normal... Quizá ya no debas hablarles de mi—Aconsejó—Así dejarán de discutir.
Tony lo miró molesto, odiaba tener que ocultarse, ya suficiente tenía con asistir al colegio y pasar 8 horas solo porque desde que presentó a Steve a la clase todos se burlaban de él. ¡Pero joder! ¿Qué todos los niños debían ser inmaduros y tontos? y sí, no se suponía que Tony le dijera alguien sobre Steve pero para él era tan especial, por suerte, Steve no se metía en problemas ya que a Tony nadie le creía.
—Son mis padres, se supone que deban creerme.
—A veces los padres son muy extraños, pero no te preocupes, Tony, yo siempre voy a creerte, y siempre voy a estar aquí.
Tony se limitó a sonreír un poco, tenía razón, Steve estaba a su lado siempre desde que tenía 5 años, nunca le hacía falta cuando más lo necesitaba y era el único además de Jarvis que soportaba oír todo el día sus cosas científicas. Pues sí, mientras otros niños hablaban sobre el programa que vieron anoche en televisión él prefería citarle a Steve las palabras de Einstein que había memorizado de un libro.
Y a pesar de que solo él pudiese verlo, era lo que menos le importaba, Tony siempre fue muy creativo y no entendía por qué era tan diferente a los demás niños.
•
Por otro lado, María se quedó esa noche pensando, no podían seguir viviendo con esa situación, Tony tenía que aprender a vivir en el mundo real y hacer amigos de verdad.
Por ello fue por lo que agendó una cita con el psiquiatra y en tan solo un par de días ya estaban por ir. Le había costado mucho trabajo hacerla pues no era fácil para una familia tan importante y conservadora solicitar un lugar en la agenda de un doctor de esta índole.
—Edward, por favor ponte algo lindo hijo, hoy no iremos al colegio, vamos a visitar al doctor—Ordenó su madre quien se había tomado la molestia de no acudir ese día al trabajo, ella era más accesible que Howard y su hijo lo agradecía bastante.
Ella trabajaba todo el día, era una física muy importante dentro de industrias Stark, pero la medicina no era lo suyo como para cambiar de ambiente de trabajo y dedicarse a tratar pacientes.
—No quiero ir mamá, además tú tienes trabajo. —El castaño dejó un trozo del omelette que estaba desayunando en el lugar de al lado.
Todos los días, hacía que Jarvis preparara un lugar para Steve en la mesa, pero a este no le importaba hacerlo, total, su niño era feliz así, con gusto pondría un plato en esa silla vacía.
—Gracias Tony—El rubio sonrió agradecido, tomando el trozo de omelette que para nadie más se movió, excepto para el castaño. Pero vamos, nadie más lo veía excepto Tony.
—Por nada Steve, Jarvis cocina delicioso. —Su madre notó que Tony había comenzado a hablar solo otra vez.
—No era una pregunta hijo, vamos a ir ¿Sí? Steve puede ir contigo—Sugirió señalando una silla del comedor sólo como un chantaje pues ella también odiaba que se hablara de se ser inexistente, creía que dañaba más a su hijo.
—Steve no está ahí—Tony la miró incrédulo.
Sabía que a su madre le caía mal Steve, ¡Ni siquiera se había molestado en señalar la silla correcta!
—Sólo dile que vendrá contigo ¿De acuerdo? —Miró a Jarvis en busca de ayuda.
—Joven Stark, puede irse tranquilo, yo cuidaré de su taller—Jarvis siempre encontraba la forma de hacer obedecer a Anthony, cosa que a veces enojaba a María ¿Cómo era posible que Tony le hiciese más caso al personal que a su propia madre?
Solo así, lo convenció de ir.
Hey ! Aqui estoy de nuevo con Invisible boy, decidí que nos quedaremos como una historia corta, espero que la disfruten!
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• Invisible boy • COMPLETA
FanfictionSteve es invisible para todos excepto para el más pequeño de la casa, Anthony Edward Stark. [Idea original mía.] [Los personajes no me pertenecen, esto es un fanfiction.] #25 en Stony 16-Ago-19 #4 en Stony 23-Ago-19