Domingo por la mañana

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-¡cierra le ventana, que hay aire!-dijo aquel hombre a mi derecha, en un tono tan autoritario que me pareció desagradable.

El sujeto a mi izquierda accede a la petición y casi de inmediato empiezo a sentir la sensación de claustrofobia. Siempre me había preguntado por qué las personas que menos deberían son las que mas hablan, y por qué si yo me cuido tanto antes de salir, algunos no suelen hacerlo. En fin, el sujeto a mi derecha no paraba de hablar, sin embargo, eso no era lo peor. Además de ir apretado, ser parte de una conversación que carecía de importancia para mi, ambos sugetos tenian mal aliento.

Me costaba respirar en medio de ese repugnante ambiente, hacia gestos de disgusto y exhalaba fuerte por la nariz en un intento de que interrumpieran la tortura, pero parecian ignorarlo.

"Procura nunca ir en medio de dos que se conozcan" me dije a mi mismo. El pequeño espacio estaba inundado, ya no aguantaba un minuto mas en aquella tortura, cuando en ese momento el chofer anunció mi parada.

Tras salir de dicha situación aspiraba profundamente, sintiendo como el aire limpio entraba e iba despojandome poco a poco de aquella penosa situación.

El diario de DiorWhere stories live. Discover now