CAPITULO 04

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NARRA DARIAN

— ¿Está seguro de esto? —Pregunto Narsés mientras bajaba las escaleras de manera presurosa, la noche había caído con rapidez y el rey amablemente se había ofrecido a dejarnos pasar lo que quedaba de ella en el palacio. Sin embargo no tenía ganar de dormir así que opte por darme una escapada nocturna, quería beber alcohol con desenfreno en alguna taberna de la ciudad y porque no: Conocer a una cortesana con quien divertirme un rato.

—Sabes que siempre estoy seguro—Respondí tajante saliendo por una puerta secundaria que había encontrado después de estar analizando el palacio, mientras todos dormían en el palacio la vida en la ciudad se realzaba con los cantos y danzas, estaban contentos, habían logrado escapar de un destino cruel y esa felicidad era completada por el alcohol.

—No lo sé...siento que...—Me di la vuelta y lo encare haciéndolo callarse de pronto, él estuvo a punto de tropezar con temor pero rápidamente lo tome por la camisa impidiendo que su rostro besara el suelo.

—Deja de quejarte tanto, cuando estemos allí te encerrare en una de las habitaciones con una mujer, a ver si así se te cierra la boca—Le alise sus prendas con un deje de maldad en mis ojos, Narsés era un buen tipo pero a veces solía ser muy recto y cuestionaba mis decisiones. Caminamos en silencio cubiertos con una cogulla para pasar desapercibidos, con la música y los gritos de júbilo sonando en cada rincón de la ciudad entramos a aquella taberna, no era lujosa pero tampoco era de lo peor que Tracia podía ofrecer.

Dentro estaban soldados de Tracia que bebían sin pudor mientras las mujeres bailaban sin cesar casi rosando sus pantalones, con confianza caminamos hasta llegar con el tiendero quien rápidamente dejo dos copas de vino en la barra de madera.

—No suelo ver desconocidos muy seguido por aquí—Comenzó el hombre intentando entablar una conversación—Supongo que son soldados del ejército persa...

Narsés se movió un poco incómodo, me aclare la garganta.

—Digamos que venimos con ellos—Contesto mi acompañante bebiendo de golpe su copa, el hombre sonrió mostrando sus desgastados dientes.

—Se escucha de boca de los forasteros que el Imperio Persa se ha convertido en el más fuerte de este lado del Mediterráneo y esta imponente ciudad lo ha comprobado la noche que ellos nos han salvado la vida—El hombre parecía querer hablar hasta por los codos, sabía lo que se proponía, quería hablar lo más posible para que después nosotros habláramos de la misma manera que él.

—Mire amigo—Sonreí, Narsés estaba por comenzar con sus historias—Lo que sale de su boca es cierto, aunque le puedo apostar que usted nunca ha visto la gloria del ejército persa, la tierra tiembla en cada paso que dan sus soldados, la gloria solo se ve y se siente en el campo de...

— ¡No puedo creerlo Bicor, el rey ha faltado a la palabra que tenía conmigo, me mando a Dacia para conquistar esas tierras con la promesa de que si cumplía mi cometido me daría la mano de la princesa Ishtar en matrimonio! —Mire por el rabillo del ojo al hombre que acaba de entrar al lugar, era de tamaño promedio, con corto cabello y mirada amenazante, se sentó de mala gana en una de las sillas mientras discutía con su compañero quien intentaba calmarlo.

Ese soldado ambicionaba demasiado.

Ishtar era una mujer hermosa, con aquellas caderas prominentes que incitaban a cualquier hombre a perderse en ellas, cada parte parecía haber sido creada por los mismos dioses, nadie negaba que era una mujer muy elevada para un soldado de clase media como él.

—Parece que Tereo está molesto—El hombre lleno ambas copas con más licor—Sigo sin creer que la princesa de halla entregado al príncipe de Persia de esa manera, aunque debo de aceptar que no fue una decisión para nada estúpida.

Persia© | Libro I (Bilogía)/ Only DreameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora