CAPITULO 03

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NARRA DARIAN 

—Mis motivos fueron únicamente políticos majestad—Lo mejor era hablar con claridad—Babilonia es un enemigo en común, tienen un ejército basto pero nada comparado con el de Persia, estos hombres que usted mira ahora en su mesa son asesinos despiadados—La expresión de Darío cambio rotundamente.

—Quinientos de ellos bastaron para eliminar a las tropas babilónicas y salvar a su gente, ninguno murió esa noche, no soy bueno creando diplomacia entre los reinos suelo tomar otros métodos cuando se trata del poder, si hubiera querido tomar a su pueblo lo habría hecho sin miramientos ni compasión, sin embargo quise ser benevolente por primera vez—Observe como el hombre apretaba levemente la copa que tenía en sus manos.

—Soy consciente de ello, y agradezco que se allá pensando la cosas antes de asesinar a familias y niños inocentes—Se notaba un poco inseguro al hablar.

—Quiero a sus tropas majestad, quiero a Tracia siendo comandada por las tropas Persas, mi padre me ordeno conquistar a cada reino, a cada pequeña ciudad, sin embargo, fue claro al decir que debía pensar antes de atacar el suyo, al parecer es una de las fuertes de este lado del Mar Mediterraneo, le prometo la protección para su pueblo si usted me da la mano con su ejército—El trago saliva y llevo las manos a su cabeza, muestra visible de que estaba exasperado o confundido.

—Podemos hablar de ello, estoy seguro de que podemos negociar.

Una risilla soberbia escapo de mi boca, el primer objetivo había sido cumplido, el rey Darío estaba mostrando debilidad, algo muy sorpresivo en un rey como él sin embargo estaba consciente de la fama que infundían los mensajeros a lo largo de los reinos, esa fama al final servía como arma de guerra.

El miedo.

—Estoy seguro de ello.

—Bien, sigamos con la velada que hemos organizado como recibimiento y agradecimiento para usted—La música estallo, y cientos de cortesanas entraron a la estancia danzando con ropa demasiado provocativa, los hombres reían y bebían alcohol sin parar como si su vida dependiera de ello, era bueno darles una distracción después de ver solo sangre y muerte. Después de unas horas comiendo y bebiendo alcohol las puertas del enorme salón se abrieron dejando ver a las sirvientas con decenas de bandejas de plata, en su interior joyas, telas, piedras preciosas y demás, delante de ellas venia una mujer, su rostro era cubierto por un niqab color turquesa, tenía caderas prominentes y caminaba con gracia y elegancia.

Se colocó a unos metros delante de mí dejándome ver con más precisión sus claros ojos cafés, me miro directamente y se paralizo unos segundos que pasaron desapercibidos, eran hermosos y grandes, una linda tiara decoraba su cabeza, ella era la princesa Ishtar de Tracia podía asegurarlo, se inclinó con delicadeza y dejo su bandeja en el suelo, dentro de ella yacía una espada de oro muy parecida a la que traía guardada en su funda, la cual era una recuerdo de la mujer,  Narsés estaba encargado de cuidarla.

Cerca de la empuñadura estaban los diamantes, cientos de pequeñas piedras decoraban esa maravillosa y filosa espada, era un regalo precioso y al dejarlo al mis pies dejo claro que era mía.

—Príncipe Darian ella es mi hija la princesa Ishtar—Mire a la mujer que se había quedado estática mirándome, parecía estar grabando cada parte de mi anatomía en su cabeza pues me recorría completa y descaradamente con sus grandes e inquisidores ojos. Esa mujer tenía algo en ella, algo que me hacía pensar en que tal vez nos habíamos encontrado en alguna ocasión, sus cejas y sus ojos estaban en mi cabeza, sin importar lo que pensara el rey mire a su hija con el mismo descaro que ella lo estaba haciendo, en su brazo estaba una venda cubriendo la parte del antebrazo con delicadeza.

Persia© | Libro I (Bilogía)/ Only DreameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora