Spencer

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Estaba sentado en el sillón, aburrido, esperando a que su familia llegara del recital de violín de sus hermanos pequeños, lastimosamente no había podido asistir, en época previa a los parciales las tareas se ponían el doble de pesadas, pero todo valdría la pena si por su esfuerzo sería capaz de mantener la beca en la carrera de idiomas.

El teléfono de la casa sonó, era su madre, se preguntó por qué simplemente no lo habían llamado al celular, pero se dio cuenta que lo tenía apagado, lo descolgó, pero no escuchó la voz de su mamá, era de una mujer desconocida, que le contó que hubo un accidente automovilístico, su padre se bajó a hacerle frente al otro conductor, pero este antes de que pudiera decirle algo, lo golpeó con un tubo en la cabeza, dejándolo muy mal herido, lo llevaron de urgencia al hospital, pero no sobrevivió, lo que su progenitora no tomó muy bien y que ahora se encontraban en búsqueda del paradero de sus hermanos, que al ver que nadie los fue a recoger trataron de volver a casa solos.

Corrió, les había enseñado a sus hermanos el camino para regresar de la escuela si alguna vez lo necesitaran, uno nunca sabía lo que podía pasar y de esa manera se encontrarían a salvo. Se felicitó internamente por haber pensado en esa posibilidad, porque a mitad del trayecto los halló, decidió no contarles nada acerca de lo sucedido hasta que llegaran a su destino. Al arribar encontró a su madre esperándolos en la sala, completamente destrozada por lo ocurrido con el padre de los chicos.

Ya no podía ocultar la noticia, pero sintió que lo más prudente sería hablar del tema cuando la actual viuda no se encontrara con ellos, de todas maneras ella era la única que lo había podido presenciar, por lo tanto era a la que más le afectó. Se llevó a sus hermanos hacia el patio y con el mayor tacto posible les relató los acontecimientos, estos en respuesta solo se retiraron a su cuarto.

Se acostó en la grama y se preguntó qué hubiese pasado si él los acompañaba, tal vez habría detenido la pelea, incluso evitado que esta sucediera, pero tenía una sola cosa clara, la vida sería muy diferente de ahí en adelante, y allí se le reveló su futuro, la universidad había quedado atrás, en el estado de shock de su madre, se vería obligado a remplazarla y además conseguir otro empleo, era momento de asumir su rol como cabeza del hogar.

Para su suerte, había llegado lo suficientemente lejos en la carrera como para suplir a su madre como orientador de la primaria en la que trabajaba y con algunos contactos, conseguiría obtener un trabajo de medio tiempo en otra institución, cruzó los dedos y se permitió soñar con que todo saldría bien.

He aquí la historia de la lecherita, que por andar soñando con todo lo que podría lograr si vendía ese jarrón, se le cayó al suelo y pese a su llanto ya no quedaba nada que hacer. En este caso, tenemos a Spencer que por perder el tiempo organizando lo que haría para que llegara funcionar, perdió la entrevista por la que tanto le había rogado a su primo, y casi lo despiden de la primaria por pasársela holgazaneando, de no ser por uno de sus compañeros, que intercedió por él ante las directivas.

Con todo el peso sobre los hombros, se vio obligado a ganar un dinero extra realizando algunos trabajos para sus antiguos compañeros de universidad, la paga no era tan buena, pero de alguna forma la familia pudo salir a flote, claro que tuvieron que desprenderse de muchas cosas, todo para que no les faltara lo esencial, era un sacrificio que debían realizar por un bien mayor.

Pese a lo anterior nunca paró de intentar y se la pasaba metiendo papeles por cualquier parte que se le atravesara, con la esperanza de que un día lo llamaran para una entrevista que realizaría a la perfección y con el nuevo ingreso, la vida se alivianara un poco. Esta vez se prometió a sí mismo que se mantendría dentro de los parámetros de la realidad, para no acabar llorando sobre la leche derramada de nuevo.

ILUMINA ①Donde viven las historias. Descúbrelo ahora