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Hubo un momento en que imaginé que tus manos eran mágicas, porque cuando me acariciaban tenía la seguridad y una protección tan inminente que me sentí inigualable. Pero con el tiempo descubrí que no eran tus manos, ni tu respiración, ni tu aroma, ni si quiera tu forma de ser. Eras tú, tu esencia como humano. Me es difícil creer tenerte a mi lado.

Y pasando los días, sigo sin creerlo.

Para el pequeño y preciado Corazón de Melón.

Corazón de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora