Capítulo V

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Habian pasado cerca de tres horas descansando, ella estaba abrazada al ojiazul en su pecho. Ambos se habian dormido después de haber hecho el amor por horas, la castaña estaba tan relajada porque por primera vez en su vida habia disfrutado de este acto carnal.

El telefono del médico los desperto a ambos, con mucho cuidado logro tomarlo de su pantalon sin soltarla de sus brazos, observo el numero sabia que era de la clínica y lo más probable que fuera su compañera pelirroja.

-¿Dime, Ayame?- dijo el

-Miroku, la señora Wakana entro el trabajo de parto te esperan en el hospital regional de Tokio.

-Muy bien, llego en media hora dile que llego en media hora, gracias- colgando su celular y volteando a ver a su amada.

-¿Miroku?- dijo ella mirandolo con sus ojos castaños mientras se cubría con su sabana blanca, el la solto del abrazo y se paro desnudo de la cama, ella se sonrojo como tomate.

-Debo irme, emergencia del hospital- dijo él tomando la ropa del suelo y colocandose la ropa con prisa, al terminar se acerco a ella dandole un beso en los labios- Cuando quieras verme o necesites una revisión como médico, no dudes en buscarme- entregandole una tarjeta de su clínica y con un número garabateado en la parte de atrás.

-Gracias, por este momento tan especial- dijo ella, mirando acercarse de nuevo y darle un apasionado beso y separarse de ella, para dirigirse a la salida.

-Te quiero, Sanguito eres una mujer especial y necesitas que te hagan sentir así siempre- mientras lo observaba abrir la puerta de la habitación y salir discretamente de la habitación.

La castaña se acosto en su cama, levantando las piernas un rato ya que sentia su cuerpo algo adolorido como si hubiera hecho gimnasio por hora. Habia hecho el amor por primera vez, el hombre que era el dueño de su corazón y él la trato de manera tan delicada, sin olvidar las palabras, caricias y besos en todo su encuentro.

Pero de repente, la mirada perversa de su esposo apareció en su mente, sintio un inmenso miedo y escalofríos al pensar que si se enterará no dudaria en tomar represalias contra su amigo de la infancia, lo que habia pasado era un error y pero habia algo que nunca le quitaría el momento de sentirse la mujer más afortunada del mundo.

XXX

Habian pasado un par de días desde su encuentro fugaz con el médico en el hotel, alli estaba cenando con sus amigas Rin, Kagome y Ayame la compañera del ojiazul, una joven hermosa que le extrañaba que no hubieran tenido algo y más sabiendo lo mujeriego de su pasado.

-Diga, Sango - dijo su amiga captando su atención- ¿Cuando vuelves a China?

-Mañana me regreso- dijo ella observando a su guardaespaldas y mientras continuaba comiendo tranquila- Byakuya, estoy con amigas no necesitas seguirme a todos lados.

-Disculpe, señora Sango y pero ya sabe como es el jefe- dijo mirandola a ella y a las hermosas amigas que la acompañaban- ¿A que hora la recojo de aqui?

-A las ocho, esta bien y de alli nos vamos al hotel- dijo ella sonriendole.

El hombre se retiro con una reverencia, mientras las chicas la observaban tranquilizarse y su amiga pelinegra la miraba atentamente. Conociendola, algo la asustaba, la intuición era algo que nunca le fallaba a Kagome.

-¿Sucedió algo?- dijo la pelinegra- Disculpa mi pregunta...

-No hay problema, Kagome... Sólo que me siento tan agusto con ustedes aquí en Japón, en China estoy tan sola solo con la compañia de mis sirvientes y mi hermano.

-Kohaku- dijo Rin- Me gustaria verlo algun día de estos, de seguro ya ni se acordara de mí.

-Si, te recuerda cuando le dije que vendría - hizo una pausa- Me dijo que le encantaría verlos a todos en especial, a la primer persona que menciono fue a tí.

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