DILLON
Debería haber detenido esto cuando cumplió los once años. Cuando comenzó a mirarme con esos ojos de cachorro abandonado, grandes orbes café idénticos a los de su hermano que parecían cristales recién pulidos con grandes pestañas que no dejaban de agitarse con grandes expectativas. Ahora era muy tarde, la idea de su enamoramiento estaba realmente plasmada dentro de su cabeza como pequeños tornillos inoxidables que solo se ajustaban más y más a sus anhelos de niña ilusionada.
Era un alivio que se pareciera tanto a los Norman que me hacía verla como una niña, estaba seguro de que esa sensación seguiría conmigo aunque tuviera noventa años. Por más que cada día su cabello se asemejara al de su madre más con rebosantes ondas que parecían tener todas las tonalidades del marrón playero de la Costa de Jersey, cambiando su apariencia de la niña descuidada de lacio cabello interminable a una niña todavía que deseaba con ansias crecer.
En estos últimos meses había crecido unos cuantos centímetros y mañana cumpliría catorce años, era como la hermanita que nunca quise tener por más que ella no pareciera notarlo, obviamente, mientras se seguía acercando en el mueble de terciopelo verde que su padre había logrado agujerar con años de apagar cigarros en su superficie. Retrocedí un poco, maldiciendo a Kenneth por demorarse tanto. No quería tener que decirle a Ellie que se alejara porque era inapropiado y raro, solo la avergonzaría y lloraría, no sabía como lidiar con esa clase de reacción de alguien de su edad. Nunca pasó ni siquiera durante mi corta aventura con Violeta, de tan solo imaginar una situación igual me escarapelaba la piel. No me sentía desconectado de mis emociones ni vivía en una masculinidad del siglo pasado, no temía a las lágrimas sino a lo que estas implicaban para niñas como Ellie. Cualquier actitud afectuosa tendría doble filo.
Me sonrió con algo raro en su mirada. Sabía que tenía en mente, ¡maldición! No estaba dispuesto a arriesgar mi cuello esperando a Ken por más tiempo.
Solía pasar mucho tiempo con ella en el pasado, era divertido entretenerla mientras esperaba por su hermano para jugar videojuegos o algo de basquetbol, sin embargo, mañana ella cumpliría catorce y pensaba que ya era lo suficientemente mayor para lograr interesarme de otra manera. No estaba ni estaría interesado en ello, jamás, tan solo pensarlo me hacía mirar al vacío como si viviera en una dimensión desconocida.
Ellie no dejaba de cruzar sus delgadas piernas desnudas como si fuera sexy, lo único que notaba era su desesperación que la dejaba ignorante ante su verdadero aspecto. Una niña con unos shorts demasiado cortos para mediados de abril y un pulóver amarillo demasiado grande que casi cubría todo su cuerpo dando una ilusión un tanto reveladora. Era tan incómodo y terrorífico que deseaba reír, pero no lo hice pues eso solo alimentaría su idea de coquetear conmigo.
Nunca había sido un tipo religioso. Papá solía rezar antes de almorzar y cenar a dios cristiano, aunque nunca me lo inculcó, decía que su madre se lo enseñó y que dependería de mí si cuando fuera adulto quisiera involucrarme en ello. También solía decirme que mi madre hubiera querido que me criara católico como ella, aunque nunca me interesé por averiguar mucho de ello. Habían demasiadas reglas, excesivas prohibiciones por alguna creencia que no solía responder a los llamados de sus fieles. Sin embargo, esta vez recé. Recé con fervor porque Ken bajara de una buena vez con su madre y pudiéramos irnos de una maldita buena vez a Sonic's. Recé con los ojos cerrados como había visto que lo hacían en películas, con la frente apuntando al techo y repitiendo la misma plegaria en mi cabeza como un mantra. Debíamos llegar a tiempo, habían pasado aproximadamente doce años desde que papá había inaugurado el restaurante en el 2006. Aquel lugar que se volvió un segundo hogar para nosotros, que nació de la idea radical de papá y su mejor amigo, aquel que convenientemente resultaba ser el padre muerto de mi exnovia.
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ENSNARING the Jumpoff
Teen FictionA casi un mes de las Vacaciones de Primavera, los chicos vuelven a clases y sus vidas se complican aún más. Dillon y Lottie lidian con su separación de maneras poco ortodoxas, mientras que Kenneth aún sufre por la perdida de su amor de la infancia...