Capítulo 6. You picked a dance with the devil, and you lucked out

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Capítulo 6.

You picked a dance with the devil and you lucked out

LISELOTTE

Algunas personas dirían que usar maquillaje para una fiesta en la piscina era ilógico y ridículo. Eventualmente, se saldría y resultaba excesivamente innecesario; y estaba totalmente de acuerdo con esa postura. Sin embargo, nadie me podría alejar de mi delineador negro, desafiaría a cualquiera a que intentaran impedírmelo. Desde la primera vez que compré mi primer set de maquillaje a los doce años, lo había llevado como una armadura hasta que se volvió parte de mí. Mamá estaba todavía en su período depresivo como para que le importara, o siquiera se diera cuenta de que su hija preadolescente se coloreaba el rostro tratando de imitar a las modelos de Victoria's Secret con un look metálico. Mientras Leah me alentaba a buscar algo más recatado con marcas diseñadas para niñas y no mujeres adultas hasta que se fue a la universidad, y sus intentos solo se quedaron como meras esperanzas que nunca se volverían realidad; para ser completamente honesta, nunca le hice mucho caso. Recuerdo la primera vez que me vi al espejo me sentí poderosa, me veía más bonita de alguna forma. Ya no solo era una niña adorable con chispa que respondía a todo con dobles sentidos, ahora me tomaban en serio como un as. Con el tiempo mi estilo maduró hasta que mi rostro me recordaba a Gatubela, interpretada por Michelle Pfeiffer, cuando me veía al espejo.

Fue por esos tiempos que comencé a tener citas... Aunque la palabra 'cita' siempre fue demasiado formal para lo que en realidad hacía con los chicos, en su mayoría nos besábamos y tocábamos cerca a los casilleros o en la biblioteca. Todo bajo mi estricto control, pues creían que tenían algún derecho sobre mí. Parecían pensar que era su novia o su chica, y se sorprendían cuando los bajaba de su nube de un solo empujón. Aunque claro que trataron de llamarme zorra para minimizarme hasta que vieron que no me importaba, pues al final, cuando querían volver a besarme nunca más tenían el maldito placer. Yo siempre salía ganadora; gracias a mí, la mayoría de chicas en LS dejaron de permitir que cualquier chico las tratara como cosas, y estaba muy orgullosa de ello a mis cortos 14 años. Al final, ellos quedaban como tontos chicos ricos que fallaron en su intento de misoginia y yo como una devoradora de hombres, aunque le quité el aspecto peyorativo para darme un aire de eminencia, como si nada pudiera afectarme.

Una línea lisa de delineador podía darme ese control que tanto necesitaba, tanto como un bate me proporcionaba. Podía permitirme olvidar toda la mierda que había pasado en mi vida en estas últimas semanas; podía olvidar que me sentía drenada de cualquier emoción positiva desde que spe que no podría jugar softbol, ni tendría nada con que reemplazarlo, desde que Dillon me engañó con Violetta, desde que se enteró de lo de Ken, desde mi breve aventura con Claude, desde mi tema con Leah. No jugaría softbol de forma profesional nunca más pero podía usar todo el maquillaje que quisiera, por más minimalista que fuera para sentirme poderosa, como si de verdad pudiera controlarlo todo.

La fiesta de Juno me ayudaría a tomar el control de mi puta narrativa nuevamente, para no dejarme guiar por las ganas de llorar que solo destruirían cualquier imagen que me haya fabricado. Tenía planeas para volver a tomar el toro por los cuernos y domarlo, aunque tuviera que usar solo un poco de delineador negro y brillo labial a prueba de agua al tratarse de una fiesta en la piscina. Era lo naturalmente hermosa para darme cuenta que no necesitaba más, el espejo lo hizo así de evidente. No era hipócrita para actuar toda tímida, como si no supiera que era físicamente encantadora y sexy, no podía actuar como una humilde falsa que se ve como alguien promedio o del montón cuando sabe que no lo es, para que alguien más se lo diga. Siempre me pareció una técnica de coqueteo bastante idiota, suponía que se lo debía a mi privilegio. Me parecía de humilde falsa andar cazando cumplidos como si fuera cohibida socialmente, yo ya sabía lo que tenía a tal punto de que muchas veces solía bromear con Sam diciendo que si fuera otra persona no tardaría en tener sexo conmigo misma. Ella antes solo se sonrojaba y ahora que estaba fuera del closet se reía abiertamente, sin sentirse incómoda pues su enamoramiento ya era cosa del pasado, y siempre seríamos las mejores amigas.

ENSNARING the JumpoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora