𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐁𝐎𝐍𝐈𝐓𝐎𝐒 彡 𝗦𝗽𝗮𝗶𝗻𝗥𝗣

❄️;; Two.

Hoy su turno empezaba más temprano que de costumbre, debido a que el Superintendente decidió descansar por más tiempo unas semanas luego de su aparente ataque cardíaco y, al ser Volkov el segundo al mando, le cedió el control de la comisaría por las mañanas.

Llegó cuando el sol apenas se coloreaba con las nubes en el cielo, espantando la oscuridad de la noche. Con una taza térmica de café en una mano, y su mochila colgando de su hombro, entro a la comisaría, saludando al oficial que atendía administración en ese horario.

Apenas entró se encontró con su compañero, Ivanov, quien no dudo en acercarse a saludarlo. No había llegado mucho antes que el, por lo que se le notaba algo adormilado todavía.

— Buenos días, ojos bonitos — Saludo Ivanov al tenerlo cerca, recibiendo una mirada curiosa por parte del ruso.

— ¿Y eso? — Pregunto, refiriéndose al apodo dicho por el contrario.

— ¿Que cosa?.

— Eso, llamarme "Ojos bonitos" — Remarcó entre comillas con sus dedos, extrañado.

— Ah, eso — Mostró incredulidad, sabiendo perfectamente a qué se refería. — Bueno, note como te pusiste cuando el gilipollas ese te dijo que tenías ojos bonitos. Luego me fijé bien y tiene razón, tus ojos son muy bonitos.

— ¿Pero que dices, capullo?.

Hubiera querido que probablemente sea una burla de las tantas que hacía Ivanov para molestarlo, pero, lo conocía bastante bien como para reconocer que hablaba con sinceridad, provocando que se avergonzara por escuchar el halago de su compañero que identificaba como verdadero.

Y, efectivamente, lo era. Ivanov había visto como Volkov se ponía, de alguna manera, nervioso al escuchar que Gustabo, o también llamado "Capullo uno" por el, le decía que tenía ojos bonitos. El búlgaro llevaba tiempo trabajando junto con el ruso, y aún así, nunca se había dado cuenta de la hermosura de aquellos orbes azules. Aunque sonara muy estúpido para el, los ojos del comisario eran sumamente hermosos, tanto fue su sorpresa, que no pudo dejar de observar aquellos relucientes zafiros por el resto del día, y si, para Ivanov, sus ojos eran como ver dos zafiros brillantes.

Volkov no pudo evitar que una sonrisa nerviosa se dibujara en sus labios. Decidió ignorar la situación, esquivando al contrario para encaminarse hacia la habitación donde se encontraban las taquillas para poder dejar su mochila y, prepararse para su jornada laboral de hoy.

Ivanov lo siguió, divertido por la reacción tímida del comisario, pero a la vez, un poco enternecido.

— Venga tío, no me digas que nunca te han dicho que tus ojos eran lindos — Dijo, recargado sobre el marco de la puerta de la habitación de las taquillas, curioso por las reacciones tímidas del ruso.

— Bueno... La verdad es que no — Admitió, un poco cohibido. — Nadie me había dicho que mis ojos eran bonitos, excepto Gustabo ayer.

— Joder, pues que mierda que está la sociedad entonces, si nadie te dijo nada con esos ojos tan bonitos que te traes.

Aquel comentario había salido de manera involuntaria de su parte, aunque no se arrepentía mucho de lo dicho. Mientras, Volkov se puso nervioso nuevamente, con un leve rubor en sus mejillas blancas, que lo ponían más en evidencia, por lo que se volteo, para que Ivanov no pudiera mirar lo que había causado.