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Había recibido una notificación de que un grupo de hombres aparentemente estaban armando una pelea en el hospital, por lo que el ruso junto con uno de sus compañeros, se vio en la obligación de atender dicho llamado

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Había recibido una notificación de que un grupo de hombres aparentemente estaban armando una pelea en el hospital, por lo que el ruso junto con uno de sus compañeros, se vio en la obligación de atender dicho llamado.

No era nada más que Segismundo haciendo estupideces con su primo Rogelio, y unas pocas personas que sobraban. Había procedido a tasear y esposar a ambos primos, debido a que mostraban oposición y, también, porque hoy no estaba particularmente de buen humor para soportar idioteces.

Bajo el pretexto de que únicamente estaban jugando que no fue creído por los agentes, Segismundo llamo al comisario a un costado del patio delantero del hospital, escondidos de los demás entre varios arbustos. Y, pasando los minutos, Volkov, hastiado de la situación, decidió culminar todo aquello con una multa para el norteño.

— Le voy a meter una multa...

— ¿Multa?, ¿Por qué? — Pregunto exaltado Segis, pues estaba hasta los dientes de multas que desde hace meses no podía sostener y al menos, quería una razón válida para que el comisario le metiera otra multa más a su historial.

— Por insultar a un funcionario público, me ha llamado "Hijo de puta" — Respondió el comisario, encarnando una ceja que delataba su molestia.

— Vale... — Dijo, rodando los ojos exasperado. Definitivamente, no podía estar un día sin que un agente este detrás de él, poniéndole multas o interrogándolo.

— Voy a proceder a hacer la multa.

Una vez dicho aquello, Volkov busco una pequeña libreta que mayormente llevaba con el y guardaba en el bolsillo trasero de su pantalón, preparado para casos como estos.

Segismundo, mientras esperaba que el comisario terminara de redactar la multa, se dedico, por mero aburrimiento, a observar de manera detallada al agente. Gustabo le había comentado hace unos días atrás, que cuando visito la comisaría y fue atendido por quién ahora lo multaba, se había dado cuenta de los hermosos ojos que este poseía y, Segis se había hartado de escucharlo repetir lo mismo por aproximadamente media hora. Pero, ahora que era el quien tenía el privilegio de verlo de cerca, confirmaba todo lo dicho por su amigo. Los ojos de Volkov eran hermosos, Segis no tenía problema alguno en decirlo. Eran de un azul feroz que le había recordado a los relámpagos de fuertes colores azules que tintaban el cielo nocturno en las noches de tormenta eléctrica en el campo, durante su niñez.

— Joder, que bonitos ojos tiene Volkov — Dijo repentinamente, queriendo acercarse un poco más para ver mejor esos orbes azules, pero el contrario había retrocedido velozmente.

— Los piropos no van a impedir que le haga la multa, Segismundo — Menciono con una mueca de disgusto al momento de retroceder debido al acercamiento del norteño.

— Ya, ya, solo decía.

Una vez la multa estuvo hecha y entregada al de buzo, salieron de aquel escondite entre los arbustos para dirigirse con los demás. Torrente dejo de hablar con Rogelio cuando los vio, y Segis, sin las esposas encima, se acercó a su primo.

— Primo, mira los ojos de Volkov — Señaló con una sonrisa al comisario, quien al escuchar eso se volteo curioso. Rogelio hizo caso sin preguntar.

— Comisario — Remarcó.

— ¡Ostia! Pero que ojazos tiene comisario — Dijo Rogelio luego de ver los orbes azules.

— ¿A qué son muy lindos?.

— ¡Son hermosos!.

— C-callense, si no les daré con el taser nuevamente — Amenazó el comisario, mostrando esa parte tímida y avergonzada ante lo que los demás hombres hablaban, con un casi inexistente Tartamudeo al hablar y un pequeño rubor.

— ¿Por qué?, ¿Por halagar una belleza cuando lo veo? — Contesto Rogelio ante la amenaza del ruso, con una sonrisa coqueta que tenía como objetivo molestar un poco al comisario luego de percatarse de un reacciones.

Volkov, sin dudarlo, tomo el taser y taseo a Rogelio.

— ¡Primo! — Chillo Segis, socorriendo a su primo que se tiró al piso mientras emitía quejidos de dolor. — ¡Eh!, ¡Que eso es abuso de poder!.

— Me la suda. Se los advertí.

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𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐁𝐎𝐍𝐈𝐓𝐎𝐒 彡 𝗦𝗽𝗮𝗶𝗻𝗥𝗣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora