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Torrente fue testigo en todo momento de lo sucedido hace unos minutos entre Rogelio, Segismundo y Volkov, siendo de su gran interés la reacción del comisario ante los dichos de los primos sobre sus ojos. Había sido capaz de percatarse del pequeño rubor que atacaba sus pálidas mejillas y de su casi nulo tartamudeo al hablar, reacciones que eran impensables en un hombre como lo era Víctor Volkov, el comisario del cuerpo nacional de Policía de Los Santos y la mano derecha del Superintendente, convengamos que ese acercamiento para con el susodicho no era para considerarse menos tomando en cuenta su personalidad arisca para con las personas, y el ruso era de esas pocas personas que lograban caerle en gracia a Conway.
Sus pensamientos se desviaron hacía lo que los norteños hablaban antes, de los ojos del comisario, provocando en el una curiosidad que lo llevaba a querer comprobar esa belleza en unos simples ojos comunes pero que aún así, aquellos chicos veían como algo asombroso. Sin embargo, a primeras instancias no pudo tomarse el tiempo para verlo, ya que luego de terminar con los primos, rápidamente volvieron al zeta para dirigirse a comisaría, siendo Torrente el conductor, pero eso no lo distrajo, y se empeño en mirarlo bien una vez ya se hallaban dentro de su sede de trabajo. A Volkov le parecía extraño que Torrente, conociendo su personalidad, no hubiera emitido un solo sonido en todo el camino, pero supuso que era algo menor y lo ignoro por completo.
Al poner un pie en comisaría, el comisario suspiro hastiado para luego tomar rumbo hacía el gran escritorio de madera que pertenecía a administración. Se apoyo de espaldas en el frente del mueble, sacó su celular y fue al contacto de su superior, pues precisaba consultar una duda.
En la posición en la cual el ruso se encontraba, se podía observar perfectamente sus orbes, así que Torrente se quedo mirándolo por un buen tiempo. Al pasar un par de minutos, otro de los oficiales llego, en este caso, Leonidas. Le pico la curiosidad ver a Torrente mirando al comisario con tanta insistencia, así que, haciéndose ideas erróneas, se dispuso a preguntarle que era lo que estaba haciendo y, después, podría burlarse un poco si se presentaba la oportunidad.
— ¿Qué estas haciendo? — Pregunto Leonidas con su típico acento, ladeando la cabeza hacía un lado con una ligera sonrisa en el rostro.
— Mira los ojos del comisario, ta' guapo eh, te lo aseguro — Dijo únicamente Torrente, dibujando una sonrisa.
Leonidas, extrañado pero interesado, hizo lo que su compañero le dijo. No lo creyó la gran cosa hasta pasado unos segundos, donde pudo notar ese azul tan intenso como el océano que parecía estar encerrado en aquellos ojos que, al mirarlos, te transmitían hacía lo inmenso y calmado de las aguas. Ese pensamiento era compartido con Torrente, sin duda alguna, ambos veían ese brillo especial en los ojos del comisario, uno que no se asemejaba a ningún otro que hayan visto, o tal vez estaban exagerando, porque nunca antes habían tenido el lujo de ver si quiera, una persona con ojos azules.
— ¿Y?, ¿Qué te parecen?.
— Son hermosos — Contestó simplemente, sin sentirse mal por admitirlo.
— Te lo dije.
Volkov escucho los diálogos y se molesto. Pero, no se molesto porque sus compañeros pensaban abiertamente que sus ojos eran bonitos, su molestia era mas consigo mismo por no poder evitar avergonzarse ante ello. ¡Joder!, ¿Por qué ahora todos tenían que fijarse en sus ojos?. Guardó su celular en su bolsillo, luego se alejó de los agentes que no se mantenían menos de un par de metros. Salió de la comisaría y busco un zeta. Se supone que debería patrullar con un compañero, pero lo haría solo esta vez. Suficientes comentarios sobre sus ojos.
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N/A: El tono de sus ojos va variando dependiendo del tiempo, a veces es mas oscuro y otras veces es mas claro.