La Extraña Manera Que Te Conocí

Capítulo 6: Sorpresa

Su mano tocó el mango de la puerta, ahora con lentitud...y se detuvo.

—...Demonios.

『Después de todo... No es tan malo』

Invadido por el silencio que le brindó su apartamento, avanzó y lanzó sus llaves hacia su cama, específicamente a las almohadas, vacía, cerrando por detrás la puerta.

Yaoyorozu se equivocó.

Dejando en una mesita colocada al lado de su cama la bolsa marrón dada por su amiga, su cuerpo descansó de lleno en su cama -horas de trabajo es lo que lograba hacerle- quedando su cara completamente en el colchón, cuando le faltó el aire volteó suavemente su rostro y se quedó pensante mirando... mirando hacia la nada.

Sus pensamientos revoltosos lo llevaron a ella, a esa peli-corta, bueno, tal vez el perfume que dejó en su cama sea la causa. Seguía intrigado por esa chica, pues era evidente, aparece en su apartamento -no por cuenta suya - de la nada y se desvanece.

Lo entendía, era aterrador lo que hicieron sus amigas, huir era lógico para él, pero un puchero en su boca es lo único que hacía, sintiéndose patético de sí.

Aun pegada su mejilla al colchón, siguió pensando en ella, con sus cejas en alto, pareciendo un cachorro. Esa chica lo tuvo enganchado desde la primera mirada y la primera vez que le pasaba, en el pasado le gustó varias chicas en el transcurso de su vida, mínimamente algunas lograron corresponderle, pero al parecer solo por escasos meses, pues, solo eso duraba.

Las chicas lo encontraban atractivo, pero se hartaban de él.

Demasiado infantil hablaron las bocas.

Hasta la fecha él no lo entendió, y ahí se quedó.

Y así, pensamiento tras pensamiento sus pestañas bajaron, quedándose dormido por completo y con la boca abierta, pareciendo un niño.

Pasaron horas.

Su saliva bajaba de su boca, terminando cayendo en su sábana, nada raro que ver de su parte. Como si fuera picado por alguien, se despertó de golpe y sus ojos confundidos y recién levantados lo dieron a entender.

Caído en cuenta que se quedó dormido, se levantó ligeramente de la cama, limpió su boca con su manga y su vista visitó el reloj, sus ojos abrieron en grande.

—Diablos...  —Musitó sorprendido. Sintió que había roto un récord, y era el de dormir demasiado. Marcando las 7 am de un sábado.

Pero eso no le arruinaba nada, pues era —Día libre —Canturrió feliz, con sus ojos tirando brillos, quién no lo estaría, sin duda era uno de los placeres de la vida.