Magia

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-¡Vamos! ¡Más rápido Sardinilla, más rápido! - Ordeno la princesa mientras alaba las riendas de su corcel.- Necesitamos llegar lo antes posible a la estrella.

Lady Pendragon tardó aproximadamente una hora de camino a paso veloz sin darle un respiro a su yegua, odiaba sobre explotar al animal de esta manera, pero no había tiempo para sentir lastima. Debía llegar antes que el príncipe Daxam y este descubriera el verdadero poder de la estrella o alguien más intentara hacerse con ella. Yennefer le había explicado que la estrella tenía un enorme poder oculto que si caía en manos equivocadas podría provocar un desastre, y el solo hecho de imaginar ese poder en manos del imbécil príncipe Daxam, que los dioses no quisieran fuera de convertirse en rey, le daban escalofríos.

La gema de su anillo comenzó a emitir un brillo intermitente y detuvo a la yegua de un solo movimiento provocando un brusco frenón por parte del animal haciendo que ella misma saliera disparada contra unos arbustos espinosos.

Como pudo, la joven Pendragón se perdió maldiciendo y salió de los matorrales. Froto su mejilla para aliviar el ardor y el observo un líquido rojo en sus dedos, genial, lo que faltaba, a unas horas de comenzar con esta travesía y ya tuvieron sus primeras magulladuras.

El brillo de su anillo volvió a captar su atención y olvido su dolor físico para enfocarse en la alegría de su dedo sagrado. Lo lanzo al aire y este quedo flotando en medio de sus palmas para después este dejara ver a su portadora una especie de  portal donde podría observar a su mentor, Yennefer.

-¿Lena? ¿Pero qué te paso, estas bien? ¿Te topaste con algunos trasgos o porque tienes la cara así de maltratada? - su tono fue de evidente preocupación. La joven princesa negó, quitándose del cabello algunas ramas.

-No, no, caí de Sardinilla pero creo que me lo merezco por ser una pesada.- Miro en dirección de la yegua que estaba muy agitada aun.

-Oh bien.- hizo una pausa y su preocupación quedo olvidada en cuestión de segundos.- El motivo por el cual te convoco es porque hemos encontrado la dirección de la estrella.

-¡¿Enserio?! - Exclamo alegre. Ya no tienes que viajar por más de una semana.

-Sí, se encuentra en el norte de las montañas, pero debe tener cuidado, otra bruja está muy cerca y no duda en hacer lo que sea por conseguir la estrella, ni siquiera detenerse ante una aliada.

La princesa sabía lo que su mentor se refería, después de todas las brujas no tenían fama por ser leales entre ellas mismas, pues solo veían por su propio bienestar y conveniencia sin importar si pertenecían al mismo aquelarre. Lady Pendragon tuvo suerte al haber encontrado a Yennefer, su mentora. Tuvo la paciencia de enseñarle e incluso había encontrado la manera de estar cerca de ella, haciéndose pasar por alguien de la muchedumbre del castillo. La princesa tenía que por fin tenía una verdadera amiga.

La pelinegra asintió y tomo el anillo volviéndoselo a colocar en su meñique. Retiro dos mochilas de su corcel que consideraba eran más importantes que las demás. La más pequeña la ato a su cintura, esta contenían algunas hierbas y demás cosas que utilizaba para sus posiciones. Y la otra que era de un tamaño normal contenía algunas monedas y su libro de hechizos. Se ajustó bien su cinturón, las correas de las mochilas y posteriormente se acercó a su corcel acariciándole y pegando su frente con el hocico del animal.

-Lamento haberte llevado a tus límites, Sardinilla, te prometo que cuando regrese te daré muchas zanahorias.- El animal relincho como si comprendiera a su dueña.-Tienes que regresar a casa, amiga, a partir de aquí continuare por mi cuenta. Ve al aquelarre con Yennefer, no quiero que mis padres se desquiten contigo cuando se den cuenta que no estoy.- La yegua cerro sus parpadeos por varios segundos como respuesta y se dio la vuelta para regresar a un paso tranquilo.

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