Tormenta

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El destello de luz que había envuelto a la estrella y la princesa se detuvo en mitad de la tormenta y no en sentido figurado. Se encontraban sobre las nubes.

Los relámpagos y truenos sacaron de su anonamiento a la princesa que se soltó del agarre de Kara y ambas miraron a su alrededor desconcertadas.

-¡¿Qué demonios hiciste?!- Exclamo la estrella.

-¿Qué hice? ¡¿Qué hiciste tú?!- rebatió lady Pendragon acercándose a la rubia y empujándola en el pecho- ¡Te dije que pensaras en mi hogar!

-No no no, no. No trasgiverses las cosas, princesa. ¡Claramente tus palabras fueron que pensara en el hogar, y eso hice, pensé en MI hogar y tú en el tuyo y ahora acabamos en medio de ambos!

-¿Una bruja loca te iba sacar el corazón y querías instrucciones más precias?-La princesa estaba harta, su tono era sarcástico y hastiado.- ¿Las querías por escrito? ¿Por telegrama? ¿O tal vez era que te la estabas pasando tan de maravilla con ella que no querías irte?

- ¿Qué?- Aquella recriminación la desconcertó.-No sé de qué demonios estás hablando, no me he acostado con nadie. ¡Por si no lo sabes la estuve pasando muy mal!- La princesa soltó una acida risa que Kara escucho a la perfección a través de todos los truenos y la lluvia. Una parte de la estrella se sintió triste y nostálgica al no ser el mismo tipo de risa que le había escuchado por primera vez a Lena cuando se encontraron en el bosque.

-¿Mal? ¡¿Mal?! Escape de casa, desobedecí a mi padre.- Comenzó a enlistar pero fue interrumpida por Kara.-

-Tu padre, el rey, ¡por si no lo recuerdas bien! Solo tu escaparías de una vida perfecta para embarcarte en una "aventura"-hizo comillas sobre la palabra.- para vivir algo distinto, niña mimada.- Grito para ser escuchada más allá del feroz trueno que había gruñido.

Un sonido sordo y un hormigueo se extendieron en la mejilla izquierda de la estrella, a la vez que el dolor se hacía presente en la mano de la princesa. La rubia había quedado atónita e iba a reclamar por aquella agresión pero vio como los ojos de lady Pendragon estaban cristalizados y si no fuera por la lluvia de la tormenta habría podido observar lagrimas

-Lena yo...- Kara no estaba segura que decir, pero tampoco tuvo tiempo para pensarlo ya que una red cayó sobre ambas atrapándolas. Automáticamente Kara busco en su espada para cortar la red, pero recordó que esta se había quedado en el cuarto de la taberna junto a la parte superior de su armadura. Maldijo internamente a la bruja pervertida de Zatanna.

La red comenzó a ascender y por más extraño que pareciera ahora estaban en un barco rodeadas por un grupo de hombres extraños. Todos vestían con impermeables negros y algunos cuantos usaban una googles de aviador totalmente polarizados.

-¡Mire capitán Shakespeare! ¡Un pequeño premio!- Informo uno de los hombres.- ¡Un par de oficiales de rayos, y muy bonitas, en especial esa pelinegra!- Kara, que había estado aturdida sin saber qué era lo que estaba pasando, se colocó frente a la princesa de manera protectora al escuchar eso, y la princesa como acto reflejo solo se aferró a la espalda de la estrella.

Un hombre mucho más joven se abrió paso en medio de los marineros, se acercó a las jóvenes y las observo detenidamente. Un poco confundido hablo:

-No creo que sean oficiales de rayos.- Le informo a su tripulación. Un chico se quitó los googles y las observo mejor.-¿Entonces porque iban a estar allá en medio de una tormenta?- Cuestiono.

-¿Por qué iban a estar en medio de una tormenta?- Repitió el capitán asintiendo pensativo.- Veamos...¡Quizá por la misma desesperada razón que nosotros!- Expreso enojado.-Ahora ¿Quiénes son ustedes?

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