Problemas parte II

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-¿Lena?- Un susurro atravesó la espesa noche, invadiendo los sueños de la princesa que dormía plácidamente cerca del mismo lago que había encontrado unas horas atrás.- Por favor, protege a nuestra hermana, Lena. Kara corre un grave peligro, se dirige a una trampa junto con el príncipe Daxam.

Imágenes que no tenían mucho sentido para ella comenzaron a reproducirse en su cabeza, sustituyendo sus sueños. Un asteroide caía a la tierra, pero no era Kara, era otra estrella. La voz del susurro volvió a hablar.- Ninguna estrella está a salvo en Stormhold. La ultima que cayó, hace 400 años, fue capturada por brujas, mismas que ahora buscan a Kara.-

Las imágenes continuaron. Un chico de cabellos oscuros y ojos tan azules como el mar, que se notaba no pasaba más allá de los doce años de edad, portaba su propia armadura, similar a la de Kara, solo que en esta resaltaba el logotipo de una "ese" en su pecho. La princesa pudo visualizar a tres ancianas que sacaban al chico de otro cráter y lo llevaban con ellas a su guarida. Una pesadez de preocupación se instaló en el corazón de la princesa.

-Lo engañaron, lo cuidaron.- Prosiguió el susurro.- Y cuando su corazón estaba brillando de nuevo...- Oh no, no no no. Lady Pendragon había sido bien entrenada por su maestra y aunque nunca hizo nada como esto, pudo prever como terminaría la historia.- Se lo arrancaron del pecho y se lo comieron.-

La princesa despertó de un sobresalto, miro el cielo nocturno y entonces lo comprendió. Las estrellas le estaban hablando y querían que salvara a Kara. Para su sorpresa, el susurro continuo.

-No hay tiempo que perder, un unicornio se dirige a ti y de alguna manera debes montarlo. ¡Corre!-

No hubo tiempo para pensar las cosas. La princesa corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron hasta que llego a un camino de terracería. Sin embargo, lo que observo fue un carruaje y no un unicornio. Lady Pendragon estuvo a punto de salir de su escondite y clamar porque la dejaran subir al carruaje, pues quería llegar a Kara cuanto antes, pero se detuvo un instante antes, y pensó detenidamente, aunque el viajero aceptara llevarla no sabía hacia dónde dirigirse y las estrellas le habían ordenado que subiera en un unicornio, no un carruaje. Miro a sus al rededores y no había rastros de ningún corcel mágico.

Pero era todo, el carruaje ya se había adelantado bastante como para correr tras él y alcanzarlo.

Unas ramas crujieron en lo profundo del bosque y la princesa se puso a la defensiva, su mano derecha sobre su bolsa de encantamientos mientras que con la mano izquierda la utilizaba como mirilla para apuntar a quien sea que fuera a atacarla.

El corazón de la princesa se había acelerado más que en la carrerilla que había hecho al despertarse, la incertidumbre de ver a su atacante la estaba consumiendo. El arbusto frente a ella comenzó a agitarse energéticamente, y ella desabrocho el bolso, lista para lanzar un encantamiento. Un cuerno fue lo primero que observo, seguido de un pelaje blanco como la luna, era el unicornio, las estrellas no se habían equivocado. Sin embargo el corcel se dirigía a paso veloz hacia la princesa.

Ahora que tenía al animal casi frente a ella fue consiente que nunca había hecho algo como esto. Sabia de equitación porque era algo que como princesa debía saber, sin embargo jamás había intentado domar un caballo salvaje, mucho menos un unicornio. Tampoco conocía un hechizo para hacer que los animales le obedecieran o sabía encantarlos con alguna canción o esas cosas, así que esto tendría que ser de la manera difícil.

Retrocedió unos pasos, tomo aire, se subió las mangas y emprendió carrera contra el ser mágico como si quisiera atraparlo. Se apoyó sobre una roca que estaba en su camino y la utilizo para impulsarse, dar un salto y de esta manera embestir al animal. Claro que en su mente parecía una idea más atractiva y fácil, sin embargo el unicornio había detenido el trote unos pocos metros antes de que la princesa saltara, haciendo que lady Pendragon cayera de nueva cuenta contra unos arbustos espinosos.

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