Te despiertas por los ronquidos de tu compañera de celda que esta abajo de ti durmiendo, en la cama de abajo. Bostezas un poco iritada por los ronquidos fuertes y la maldices por lo bajo, por que si lo hicieras por lo alto Dios sabe en que problema te hubieras metido.
Miras por la poca luz que entra por las rejas de la puerta y supones que apenas deben ser las cinco de la madrugada. Aun esta oscuro y apesadumbrada y con molestias en el cuerpo te vuelves a dormir.Tu rostro serio indescriptible. Todos se dirigen por el pasillo abarotado y frio, húmedo diria. Es la hora del desayuno y aunque no te guste la comida que sirven por las mañanas, que es una simple manzana, un api aguachento y su pure de patatas con poca cantidad de sal para complementar. Debes comerlo por nesecidad de alimentarte y estar en perfectas condiciones.
Al llegar al comedor los reclusos se van dispersando como de costumbre. Van agarando las vandejas que estan a un lado y a recibir su porcion de comida, mientras otras simplemente se sientan en las sillas de las mesas exparcidas tetricamente a lo largo del lugar.
¿Cuanto tiempo estas aqui? ¿Una semana? ¿Dos? cinco semanas? Ya has perdido la noción, pero tampoco es como que importara. Aqui todo es aburrido y monótono. Pero eso no hace que tengas siempre la guardia en lo bajo, al contrario tienes todos los sentidos atentos y la adrenalina a veces se te sube de mas ante algunos acomtecimientos, aunque no lo parezca.
Te mantienes fuerte e indiferente, y con buenos reflejos y sin una pisca de condesendencia por alguien.
Es lo normal.
Es lo que todos hacen aqui.
La debilidad es muy atroz ser mostrada aca, una perdición que siempre va en nuestra contra. Ya sabiendo que les pasa a los débiles y a los que no saben defenderse dentro de esta madriguera con rejas., pese a ser una carcel de mujeres, no es muy distinto a la de los hombres.
Y pese a estar en el comedor con el desayuno en la mano, y nada más que alguién sentado al lado tuyo, no puedes dejar de sentir cierta inquietud. Porque las tragedias mas grandes siempre se dan en los lugares más tranquilos, claro si hablamos de prisiones.
Extrañamente el lugar esta más tranquilo que de constumbre. Y eso es sospechoso. De pronto podria surgir una pelea de emporais, que arme un alboroto, alguien romperia sillas y emroscaria la larga melena de una de ellas por el piso, y seria arastrada hasta los baños con palabrotas en la boca y la saliba roja escuriendole. Claro, habrian guardas para impedir eso, pero los guardas no siempre estan cuando uno los necesita o les da hueva entrometerce.
Extrañamente el dia transcure normal, aun que con su peculiar aire monótono.
El grupo asignado baís a costurar y coser telas. Si lo sé, hasta en la carcel se trabaja y se atribuye el granito de arena, menudas churadas! Pero no te quejas de ello hasta casi lo agradeces. Al menos tienes algo que hacer y en que distraerte en este infierno de rejas. A parte de los libros que te permiten tener en la celda, claro.
Al salir de la tetrica sala de costura, te diriges a los pasillos que dan salida hacia las celdas, el aire denso se palpa en el aire, te golpea, al igual que la soledad.
Hay reclusas amontonadas en ciertas partes del pasillo, como una constumbre traida del colegio pero de turno noche, con tatuajes y piernig colgando de algunas narices. Algunas te miran, cuando pasas de largo, siempre pasas de largo.
Al salir al exterior, y respirar aire puro, mientras unos pocos rayos de sol te llegan a la cara. Te acomodas en el lugar de siempre a pasar unos miserables minutos viendo a la nada, con tu blanca piel cruzada de brazos.
Levantando la vista de ves en cuando hacia el cielo que a veces se pone bonita y vale la pena observarla, especialmente a estas horas cuando son ya las 4:30 de la tarde.A lo lejos puedes oir el bullicio de unos chicos jugando baloncesto, mas allá de las fuertes rejas metálicas.
Y aunque esta prohibido asomarse cerca de las rejas metalicas muchas chicas lo hacen y observan atra vez de ellas con ojos divertidos mientras platican y hacen pasar las horas de osio, y por supuesto no falta algún hombre que grita alguna morbosidad del otro lado, como si fuera lo más normal. Curioso.