Lleva unas simples ropas,vulgares. Una sudadera manga corta gris, como todo el lugar, unos pantalones negros con bolsillos y bajo de ellas unos simples zapatos cafes descoloridos de ni idea que marca.
Pero aún asi y pese a lo anterior hay algo que te llama la atención de él, razón por la que no has podido dejar de observarlo desde hace rato., y es que el chico pese a tener un tatuaje resaltante en su cuello, no parece tener pinta de un recluso ni mucho menos tener el rostro de uno. Su rostro se muestra pacifico sereno, labios rectos.
Es como alguién que va de pasada por el lugar, pero eso seria imposible, ni que una carcel seria un parke de atracciones en el cual pudieras pasearte libremente.
Y te da cierta intriga y curiosidad de saber cual es el delito que pudo haber cometido el chico de las cajetillas de llavero. No parece tener cara de un asesino que bien pudo haber matado a uno o a varios. Quiza asalto un banco o robo algo muy importante de una una tienda o estafó. ¿Pero por eso estaria en una carcel como esa?
Tiene el rostro inofensivo, de esos que no hacen daño si les hechas una mirada. Pero como dice el dicho, no hay que dejarse guiar por las apariencias, que quiza de esa tranquilidad haya gran historia por detras, y no precisamente sea bueno, sino espantosa.
De un momento a otro sientes el impulso de querer preguntarle del porque esta aqui, cual fue su delito y todo ese rollo.
Las manos te pican pero te resignas a ello.
Ademas seria muy tonto de tu parte hacer semejante estupidez.
"Las reclusas no pueden hablar con los reclusos del otro lado"
Son las reglas. Y aunque muchas se la saltan, es nesesario acatarlas por el bien común.
Aun si lo hicieras, deseguro no seria una charla agradable, lo mas probable es que te ignorara o si no lo hacia soltaria como respuesta palabras no tan agradables de oir, groseras.
Y la ultima excusa que tienes; ¿que te importa? es un desconocido y ensima es un convicto y lo más irónico de todo., tu tambien lo eres.
Suspiras otra vez, cansada con tu propia charla.
Aun con tus ojos escrupulosamente escudriñandolo.
Y cuando menos te das cuenta sus ojos te miran. Justo a ti, hacia esa dirección.
¿Hace cuanto? Haz perdido la nocion del tiempo, desde que rato llevas la mirada clavada en esa silueta, que no te has dado cuenta que tus gestos han sido persibidos.
Parpadeas unos milimetros de segundos, apenas visibles, desconcertada, y tu rostro vuelve hacer la misma de siempre. Seria y descaradamente despreocupada.
Quiza en otro tiempo, si estuvieras en el instituto, apenas en segundo de preparatoria y te hubieras enamorado de alguien y un dia de esos te cachara mirandole como lo hacias ahora, de seguro te habrias sonrojado, habrias apartado timidamente la mirada e hubieras actuado torpemente ante su atenta mirada.
Pero no.
Dado a los atropellos de la vida y a las circunstancias. Formaron tu rostro frio y desvergonzado.
No estas en esos tiempos ni mucho menos eres una santa.
No. Y en cambio, pese a que te mira, no apartas los ojos de él y muestras una sonrisa de lado que da mucho que desear, casi irónico.