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Siempre temió por él y por Marcel, pero más por su novio cada vez que ambos se veían y el mismo dejaba marcas apenas perceptibles para ojos de una persona distante y al margen de lo que significaba “tener espacio personal”; uno que él agradecería aprovechar todos los días de su vida, uno en el que pudiera estar cómodo consigo mismo y con lo que verdaderamente disfrutaba vestir, en cómo disfrutaba actuar frente al mundo sin fingir que era parte de un papel malsano que, para él, no era tan satisfactorio como cierta persona lo quería hacer ver sin más con su actitud desinteresada para con el tema.

Como si Louis no tuviera suficiente consigo mismo y con sus diarios pensamientos de asco que amenazaron con llegar a marcar sus muñecas. Pensamientos que nunca se detuvieron pero no concretó porque temía, por él y su deseo de sentirse aislado.

Porque, la vida de Louis, en las horas en donde su ángel no se encontraba, llegaba cierto verdugo que siempre disfrutaba de venerar su cuerpo de una forma tan malsana que llegó a odiarae a sí mismo y su incapacidad de cambiar.

Louis no tenía fuerza de voluntad. Louis no podía verse a sí mismo al espejo y decidir por cambiar... porque se había rendido, se había rendido consigo mismo y a esconder esos secretos que, estaba seguro, alejarían a su novio tarde o temprano en cuanto se enterara, en cuanto este supiera que había una persona más que le dejaba marcas pero que Louis cubría —o esperaba hasta que se diluían— en caso de que fueran muy notorias...

Porque el cuerpo de Louis se sentía tan sucio e incluso se acostumbró tanto a ello que se vio incapaz de salir de esa red aún cuando su verdugo ya no se encontraba a su lado, aún cuando ya no estaba obligado a usar su cuerpo de esa forma tan humillante para él... a rebajarse en tener unos minutos de placer donde su cuerpo pudiera sentirse deseado.

Donde Louis imaginara que era Marcel quien lo tomaba por detrás y besaba su nuca, acariciaba su cintura y le murmuraba al oído lo lindo que era.

—Louis —Niall golpeó su pecho con toquecitos suaves, obligando al castaño a detener sus pasos.

Parpadeó un par de veces, yéndose fuera de esos recuerdos que habían cerrado su garganta de nuevo.

No sabía cómo carajos iba a decirle a Marcel si el solo pensamiento de todo lo pasado le causaba náuseas, si el solo verse a sí mismo en un espejo, con marcas y demás, traían de nuevo esa sensación de que su cuerpo estaba esperando por ese “algo” que su padre siempre murmuraba en su oído a la primera oportunidad.

Porque no podía recrear esas imágenes sin sentir que no aguantaría demasiado para romperse.

—No has comido nada —suspiró su amigo, mirándole fijo, preocupado—. ¿Hacia dónde llevas ese plato?

—Iré a cubrirlo —dijo, percatándose de que la comida se encontraba demasiado fría después de haber pasado casi una hora sentado y con su vista perdida a la nada, solo contando mentalmente los días en los que su verdugo aprovechaba los turnos nocturnos de su madre para “venir a contarle cuentos”—. Yo... necesito no vomitar.

—Harry viene dentro de unos quince minutos —le recordó el rubio mientras le enseñaba su celular encendido. Una foto de este y de su novio siendo acaramelados con el otro, contó como un golpe en su nuca—. Zayn vive a unas tres casas de aquí, lo sabes... así que, me iré para dejarles su espacio. Mis padres vienen más tarde después de todo.

Asintió, casi sin escuchar.

Genial. Mientras dejaba todos sus demonios a la vista, estaría solo con Marcel.

—Niall.

—¿Hmn?

—¿Podrían mejor esperar afuera…? Es decir, estar afuera mientras yo...

—Claro, claro —sonrió con rapidez, tomándole de la mano antes de quitarle el plato—. Yo... está bien. Llamaré a Zayn y nos quedaremos afuera.

—No interrumpo nada, ¿verdad?

El rubio le sonrió un poco antes de negar.

—Bueno, sí. Mi culo permanecerá cerrado un poco más, pero me preocupa lo que vaya a pasar entre ustedes... iré a llamar a Zayn entonces. Permiso.

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And my lips only touched yours » ls, +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora