14 Mayo: Día amarillo.

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Jueves.

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No tenía mucho ahorrado y sinceramente no quería llegar a la escuela con un enorme ramo de rosas, por lo que decidió que simplemente llevaría una sola y que Jang Hoon debía conformarse con él. Aunque no es como si ese gigante idiota estaría esperando algo de cualquier modo, lo que le hacía soltar un suspiro de frustración, porque después de todo, la idea de ser directo con el asunto que llevaba en manos desde enero, le parecía la última carta a jugar.

No quería ser directo ni decirle que estaban en una relación-no relación porque él así lo decidió, en su cabecita en año nuevo. ¿Qué clase de psicópata le parecería? Porque sí, estaba actuando como uno, era consciente de ello aunque nadie lo dijera pero... todo eso al final era por un bien mayor. Sería el buen acto de su vida, lo que haría que el karma le dejara en paz por el resto de sus días.

Con cuidado se colocó una camiseta amarilla debajo de la blanca obligatoria, sintiéndose repentinamente de mejor humor mientras pasaba los últimos minutos, antes de ir a la escuela, frente al espejo. Recordó cerrar la ventana de su habitación antes de irse y marchó escaleras abajo para despedirse de su mamá.

Hani era su amiga, ella le ayudó a conseguir la rosa desde que ella vivía cerca de una florería, además no quería que su madre se preguntara a quién le iba a dar esa rosa, por lo que simplemente pagó por ella y la metió en su mochila. Porque si bien era algo casual regalar chocolates, un diario y hasta pedir un dulce de vuelta, darle una rosa amarilla frente a todos... No era de tan buen corazón tampoco.

El resto del día se basó en él cuidado de su mochila hasta la hora de salida, y antes de emprender una carrera hacia el gigante para darle el obsequio correspondiente de ese mes, Jang Hoon mismo se le acercó diciéndole que le esperaría para salir. Entonces se tomó su tiempo y se negó a un par de invitaciones de parte de otros amigos para ir a jugar después de clases. Él necesitaría paz mental después de su gran acto.

− Toma −. Unas cuadras lejos de la escuela, Heechul finalmente sacó la rosa maltratada de su mochila, que había acomodado ese día delante de su pecho, y se la extendió una vez que reconoció el punto donde tendían a separarse cuando casualmente ambos se dirigían a casa al mismo paso.

− Una rosa... − Titubeó un poco pero aun así la recibió, dándose prisa al notar como Heechul parecía tener pocas ganas de seguir ofreciéndosela por mucho rato. − ¿Sabes lo extraño que es esto? Me refiero, desde enero.

Heechul arrugó la nariz, detestaba las confrontaciones, y lo que era peor, cuando decidió llevar a cabo ese estúpido plan, se dio cuenta que no existía dicho plan, sólo una idea de lo genial que sería enseñarle a ese idiota, de esa manera en particular, el significado del amor o algo por el estilo.

− ¿Te molesta? –Porque aunque sabía que era demasiado molesto a la hora de hacer que los demás aceptarán lo que les daba, ese gigantón no había parecido demasiado malhumorado al respecto, quizá de vez en cuando a la hora de hablar de más.

Jang Hoon lo observó por un rato antes de simplemente encogerse de hombros y señalarle el camino que Kim solía tomar. – Está bien. Te acompañaré.

Eso lo tomó por sorpresa. ¿Acaso su tonta idea estaba funcionando de alguna manera? Aunque sentía la necesidad de explicar por qué lo estaba haciendo y que en realidad no quería que se lo tomara como algo serio, lo único que hicieron fue mantener una charla tranquila sobre los días de escuela, lo ruidosos y molestos que eran sus compañeros, el cuidado de las flores y como la mamá de Heechul tenía un hermoso jardín.

El amor es un S.O.L.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora