14 Octubre: Día rojo.

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Miércoles.



Sinceramente, Heechul se había sorprendido cuando Jang Hoon le invitó a pasar juntos la tarde del miércoles. No sólo pasarla juntos, más bien, ir a un pequeño viaje hasta un pueblo cercano donde por esas fechas lanzaban linternas al cielo. Linternas rojas. Lo cual significaba que estarían faltando a clases el día siguiente, pues pasarían la noche en aquel lugar volviendo a casa el día siguiente.

Heechul estaba emocionado, estaba bastante animado de saber que Jang Hoon finalmente parecía estarle poniendo ganas a su relación. Después de nueve tortuosos meses, el basquetbolista finalmente se animaba a dar el primer paso y dejar de lado sus estudios, bueno, al menos un poco. Mirándolo desde su asiento, todos los días, todo un mes, se daba cuenta que realmente se concentraba en estudiar y repasar una y otra vez sus cuadernillos cuando él no estaba cerca.

− Joven Kim. ¿Puede dejar de maldecir al joven Seo con la mirada? – Por quinta vez esa semana, le habían pillado viendo de más a su compañero, quien fingía ignorancia apenas mirándole de reojo antes de proseguir con su arduo estudio.

Las cosas entre ellos no eran raras, claro que no. Pero Heechul se descubrió una mañana pasando más de cinco minutos observando la hilera de fotografías que había pegado en su espejo, como niña enamorada. – Estoy volviéndome loco −. Pensaba al tiempo que ignoraba la que le había llamado la atención. La última, en la que su falso novio había decidido mirarlo demasiado fijamente a los ojos.

Heechul realmente creyó que lo iba a besar. Y siendo sinceros, lo hizo. El niño rico había tomado el collar de plata con el dedal y la bellota para colocárselo con cuidado y cierta torpeza. No fue hasta que llegó a su casa, que Heechul se dio el permiso de cubrirse con su cobija todo el rostro, pese a lo caliente que se sentía.

Recordar eso, constantemente, semana tras semana, durante un mes, había sido agobiante.

− ¿Llevarás un traje tradicional? – Cuestionó el joven Kim, sentado frente a Jang Hoon en la hora del almuerzo, mirándolo con la cabeza recargada en su mano apoyada al mesabanco donde su compañero parecía haber intentado estudiar antes de su, nada sorpresivo, acercamiento.

− Sería apropiado, pero no lo veo como algo necesario.

− Normalmente lo hacen las parejas nuevas. ¿No? – Jang Hoon elevó la mirada, buscando la de su chico, pero este ya se encontraba con sus pupilas fijas en la puerta, seguramente vigilando que nadie entrara mientras discutían el dichoso asunto. – Quieren verse bien, y eso. O al menos es algo que hacen mucho en los mangas.

El gigante no pudo evitar sonreír ante lo que escuchaba, por supuesto que toda referencia sería sacada de ese tipo de parejas. Sin embargo... − ¿Lees mucho esa clase de mangas? – Agitó las cejas, de arriba abajo, luciendo horrible a ojos de Heechul, quien no tardó en ponerle ambas manos en la cara para que dejara de hacerlo y él no tener que verlo.

Aun así se colocaron sus trajes tradicionales, Jang Hoon uno azul y Heechul uno rojo para ir al pueblo no tan alejado en realidad y divertirse hasta tarde. Como era de esperar, había una feria por las calles del lugar, larga y llena de coloridos adornos, variedad de juegos y comida que olía deliciosa.

− ¿En serio? ¿Se supone que cuando tengas tu propia novia, le pedirás que sea ella quien te compre comida? – Se quejaba el gigante al tiempo que le compraba por séptima vez, algo que a su acompañante se le antojaba.

− Si ella es asquerosamente rica como tú, no veo por qué no lo haría −. Encogió ambos hombros, disfrutando del pastel de pescado y no tardando en señalar lo que quería como próxima adquisición.

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