[𝟶𝟽] - 𝚎𝚕 𝚕𝚒𝚖𝚒𝚝𝚎.

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"me siento raro." susurré.

"eso te pasa por consumir cosas que no sabes qué tienen." se quejó, sentándome bajo un árbol. "¿podes respirar?"

"por momentos se corta..." largué agitado. "por otros me siento en el cielo..." me reí, ganándome una mirada fulminante de su parte. "¿qué tomé?"

"¿qué no tomaste?, esa es la pregunta que tendrías que hacerte." espetó enojada, cacheteándome levemente para recomponerme.

"no me acuerdo, chiquita." negué con la cabeza. "sino no te preguntaría."

"no sé, valen..." se sentó. "yo no estaba con vos, te encontré todo quebrado en la esquina."

realmente no recordaba nada, tenía la cabeza que me reventaba y mis ojos que me engañaban con todo lo que veía. habíamos ido a una joda de wawa. las jodas de wawa eran la cúspide de lo turbio, podías encontrar todas las sustancias que quisieras, y en todas las cantidades que pudieras imaginar. claro, oliva a la cabeza, con todas las cosas de la mesa metidas en el cuerpo. paraíso de la psicodelia, e infierno de la realidad cotidiana, esa realidad que bastante detestaba.

"no sé cómo llegué a la esquina." confesé entre risas, creo que no estaba lúcido.

"esto tiene que cambiar." acotó determinante. "no podes ir falopeado por la vida, yo no soy idiota, a los merqueritos como vos los tengo re fichados."

"lo decís como si fuese simple. sos tan pelotuda cuando queres." largué entre risas, pero con un enojo muy notorio.

"yo te puedo ayudar pero, si vos no querés, no me voy a esforzar." suavizó su tono.

"fua, se te da vuelta la cara." reí mientras la señalaba. mis ojos no paraban de ver como su cara hacía movimientos raros, era gracioso.

"date vuelta." ordenó con un tono bastante furioso, el cual hizo que hiciera lo que pedía.

"¿para cojer sos así de mandona también?" pregunté con la voz ronca.

"quedate quieto..." ignoró completamente aquella pregunta fuera de lugar e hizo algo raro, algo que obligó a mi cuerpo a vomitar todo lo que había ingerido durante la noche. "¿vas a cambiar?" preguntó enojada.

"no es fácil, no hay límites." respondí, a la vez que terminaba de escupir. "¿qué mierda me hiciste?"

"ya me lo vas a agradecer, nos vemos la semana que viene... tenes siete días para pensarlo." se despidió enojada, dejándome tirado en aquella plaza.

"acker..." la llamé, haciendo que volteara a verme. "no te vayas, no me dejes solo."















































que chinchulin me pone gei.

𝐜𝐚𝐛𝐢𝐥𝐝𝐨 𝐲 𝐣𝐮𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 - 𝐰𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora