4. Intentando ver en la oscuridad

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Aún a regañadientes Matthew se fue a su casa con Leo. Como había bebido tuvieron que coger un taxi, si hubiese sido él solo se hubiera ido en su moto, pero al ser dos y para evitar problemas aquella parecía la mejor opción.

Nadie dijo nada durante todo el viaje, y el silencio se alzó como un muro invisible entre los dos que solo se rompió una vez llegaron a su destino.

Para evitar que Leo se tropezara o se perdiera le agarró de la muñeca, guiándolo hasta la puerta del edificio en el que vivía. Subieron en ascensor hasta el tercer piso y una vez allí entraron al apartamento del peli-azul.

Era bastante pequeño, pero era suficiente para alguien que vivía solo. Nada más entrar se podía ver el salón, que solo disponía de un sofá, una pequeña meas de café con varios libros a medio leer encima y un televisor. También se veía la cocina, que era abierta y bastante compacta, y al lado había una pequeña mesa con un par de sillas a modo de comedor.

Era algo oscura, pero para Matt eso era perfecto. Por las mañanas no entraba mucha luz y cuando se despertaba con resaca eso lo agradecía muchísimo.

- A ver... Este sitio es pequeño, asi que no creo que te cueste moverte por aquí. Hay un baño, solo una habitación y esta sala, nada más. Ahora te llevaré al baño en un rato, supongo que te querrás duchar con agua caliente para quitarte el frío del todo.

Leo se quedó en el sitio, escuchando a Matt con atención. Le aliviaba saber que el sitio no era grande, pues le costaba bastante adaptarse a sitios nuevos. Aún no le había soltado la muñeca, así que él hizo ademan de apartarla suavemente, llevando su mano a su brazo.

- Sí, agradecería bastante poder calentarme un poco. Aún tengo algo de frío...

Elevó su mirada, intentado dirigirla a Matt teniendo como única referencia el origen de su voz.

- Emm... ¿Matthew?

- Solo Matt. No me gusta que me llamen así.

Leo asintió, pensando que decir a continuación. Mientras tanto Matt había dado con los ojos del muchacho. A decir verdad, aquello era lo que seguramente le llamara más la atención de su apariencia, pues contrastaban con su piel pálida y su cabello, que también era de un color muy claro.

- Entonces...Matt, quería agradecerte el que te tomes las molestias de dejarme estar aquí.

- No me tienes que agradecer nada. No lo hago por que me apetezca, me han obligado y no podía hacer otra cosa. Punto.

Suspiró, deshaciéndose su coleta para así dejar caer su pelo. Se lo despeinó un poco con la mano y volvió su mirada al chico.

- Pero tampoco es plan dejar a alguien a la intemperie con la que está cayendo. Podrás dormir en la cama, me las puedo apañar en el sofá. Pero a la mínima que me toques la moral no seré tan bueno.

Volvió a agarrar con cierta suavidad la muñeca del chico para poder llevarle al baño. A Leo le chocaba el contraste de Matt: estaba siendo bueno con él, pero de una forma un tanto grosera. Y aunque sus palabras eran algo amenazantes su tono no daba eso a entender. Más que amenaza mostraba algo de molestia, y eso le resultaba un tanto cómico.

Matt le ayudó a ubicar las cosas del baño. Le enseñó la bañera, le indicó cómo usar la ducha y le dejó ropa limpia. Le quedaría algo grande, pero al menos no tanto como la camiseta de Freddy.

- Bien, si necesitas algo solo dímelo. Estaré atento, asi que solo vocea si-

Leo se había quitado la parte de arriba de la ropa y daba la espalda al peli-azul, y en cuanto este la vio se quedó sin habla.

La Niebla De Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora