XVIII

591 25 69
                                    

Pasados tres días después de mi batalla contra Alduin, desperté lentamente. Estaba tumbado en una cama y no me podía mover. Me encontraba confuso, pues no tenía ni idea de dónde me estaba. Me sentía extraño, además de que me dolía todo el cuerpo. Aparte, mi visión estaba un poco nublada, no entendía por qué, pero poco a poco se fue aclarando. Era raro, pues era como si ahora me molestara la luz.

De repente, escuché que había alguien al lado mía poniendo una bandeja encima de una mesa que estaba cerca mía. Miré rápidamente hacia aquel lado y, cuando se me aclaró la vista, me di cuenta de que era Frigga. Me di cuenta de que por alguna extraña razón, veía mucho mejor que antes. Apenas me salía la voz, pero conseguí levantar un poco el brazo para llamar así la atención de mi hermana. Ella se acercó corriendo a mí.

—¡Atzaroth! ¡Estás despierto!

Me di cuenta de que dejó de sonreír en cuanto vio mis ojos, pero hizo como si no pasara nada al respecto.

—¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? —pregunté aún confundido.

—Puedes estar tranquilo, que estás a salvo. Te encuentras en el Castillo de Volkihar. Un dragón te trajo hasta aquí.

—Yo estaba en Sovngarde luchando contra Alduin. ¿Ganamos o perdimos? Estoy vivo pero no sé si Alduin también.

—Ganaste, Atzaroth. El Devorador de Mundos ha sido destruido y los dragones se han marchado de Skyrim. Nos has salvado a todos. Eres todo un héroe, Sangre de Dragón. Todos estamos muy agradecidos por lo que has hecho.

—¿Y Serana? ¿Dónde está?

Ella me señaló y miré hacia el otro lado de la cama. Ella estaba ahí tumbada de lado, profundamente dormida mientras abrazaba mi brazo con fuerza.

—Oh, mírala. Es tan tierna mientras duerme. Nunca se despega de mí, eso me encanta.

—Convendría que esperaras a que se despierte. Seguramente estás deseando hablar con ella y todas esas cosas, pero Serana necesita descansar. Ha pasado unos días malísimos: no come, no bebe, no duerme y se pasa el día ahí tumbada llorando a tu lado. 

—Una pena, porque tengo unas ganas tremendas de levantarme.

—Atzaroth, ¿no te acuerdas de nada de lo que ha ocurrido? Porque me temo que no te puedes poner en pie.

—Por Serana, ya lo sé. Es lo que estaba diciendo.

—No, es otra cosa aparte de ella. Yo estoy hablando de tu pierna.

—¿Qué le pasa a mi… —pregunté mirándola—. Oh, vaya, ahora recuerdo que Alduin se pegó un festín con ella. Mierda.

—Tranquilo. Hemos hablado y vamos a hacerte una pierna funcional, una prótesis. No podrás ser tan aventurero como antes, pero por lo menos podrás andar como una persona normal y tener una vida tranquila.

—Si Serana se queda a mi lado, yo seré más que feliz que nunca. No necesito dos piernas para serlo.

—Se nota que la amas con locura.

—Lo hago. Es la mujer de mi vida, no me cabe duda. Ya no me puedo imaginar mi día a día sin ella a mi lado.

—Seguro que a ella piensa igual que tú de ti. Se le puede ver en su forma de cuidarte todo el rato. Bueno, la comida que he traído era para ella, puesto a que tú aún no despertabas, pero supongo que te la puedes comer tú. 

—No sabía que teniais comida normal por aquí.

—Nos gusta hacer recetas con sangre humana.

El corazón del Dovahkiin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora