Capítulo 1

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-Ya les dije que no se dónde está!!- Vociferó la señora de unos treinta y seis años en la entrada del callejón en el que se encontraba su casa.

-Nos está mintiendo!

-No le crean ni una palabra!

-Si no nos dirás dónde está tu esposo entonces tú pagarás sus crímenes!

Esos eran algunos de los muchos gritos que se podían escuchar en medio de la multitud posicionada en la entrada del callejón. El grupo de aproximadamente  veinte mujeres había llegado justo en el momento que la señora de cabellos negros había llegado de trabajar, estaba angustiada de solo pensar que sus hijos llegaran a casa y se encontraran con esta situación.

-Ya le dije que no es mi esposo! Mire!- Alzó su mano izquierda mostrando precisamente al ausencia de un anillo de compromiso en su dedo anular.

-Crees q nos importa si ya no estás casada con él?!- Grito una señora de edad bastante avanzada y que al igual que las otras contenía sus lágrimas y desataban la tormenta de emociones y dolor que llevaban dentro a través de palabras hirientes hacia la pobre pelinegra.

-Fuera de aquí! Largo! No tengo nada que ver con los crímenes de ese desgraciado!

-Si nuestros hijos están muertos por culpa de ese asesino entonces por qué los suyos tendrían que seguir viviendo?!- La moción fue apoyada por el resto del grupo que comenzó a forcejear para adentrarse en el callejón y acudir a la casa de la pelinegra con la esperanza de encontrar a sus hijos y cobrar una venganza incluso más cruel que las acciones de aquel padre y esposo desnaturalizado.

Por otra parte a no menos de diez metros del empobrecido callejón un jovencito de tes blanca, cabello negro y labios gruesos se preguntaba que era todo ese griterío que se escuchaba en su cuadra, a medida que avanzaba se ponía más nervioso, las manos le sudaban y sentía la boca seca, rogaba porque no estuviera pasando lo que temía y sus plegarias se convirtieron en nada en cuanto llegó a la entrada de ese viejo callejón que conducía a su humilde casa.

En cuanto sus pasos fueron escuchados  por el grupo de enfadadas mujeres, su vista pasó a la multitud que habia abandonado su tarea de entrar en el callejón y ahora se acercaba a él, gritando y tomando en alto palos, sartenes y carteras que traían consigo para "hacer justicia".

Entre los golpes que estaba recibiendo solo logró escuchar la voz desesperada de su madre, alcanzó a ver cómo sus agresoras la lanzaban lejos para impedir que lo ayudará y ya allí, en el suelo con más golpes de los que había recibido nunca en su vida, ni siquiera a manos de su padre cuando aún frecuentaba su casa y llegaba ebrio a altas horas de la noche, se dejó ir, pudo defenderse pero en el fondo sentía que se lo merecía por ser hijo de un asesino, y así con la errónea idea de que debía cargar con los errores de quién incluso sentía asco de llamar padre: cerro sus ojos y dejó que los golpes apagaran su mundo.

-Ayuda por favor! Paren! No ven que no responde?! Lo van a matar!- Esas, entre otras, eras las súplicas que la pelinegra de piel morena lanzaba al aire con la esperanza de ser escuchada, o que alguno de sus vecinos se apiadara de su desdicha y la horrible situación de su hijo mayor.

En medio del forcejeo un castaño de apenas 13 años cargaba en su espalda una pesada mochila llena de libros rumbo a su casa, mantenía su mirada fija en las viejas y rotas Vans blancas que calzaba intentando ocultar su ojo amoratado y su labio recientemente partido, regalo de sus compañeros de clase a los que no les basta con llamarlo "asesino", alegando que si su padre lo es él también lo será algún día.

En cuanto puso un pie en el portón que resguardaba el pequeño camino de piedra conectó su mirada con la de su madre que se encontraba en el suelo sangrado por un costado del labio, sintió sus ojos humedecerse y entonces fijó su mirada en el delgado cuerpo de su Hyung en el suelo, el grupo de mujeres se comenzaba a dispersar, algunas se tomaban de los cabellos y lloraban a moco tendido.

Vladimir || VKook~KookV +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora