|Lo único que le pidió, fue que nunca le olvidara a pesar de lo fastidiosa, cansina o aburrida que fuera. Él se rió en forma divertida. Y sin tomarlo en serio, le encerró el rostro con sus frías manos y aseguró que no había necesidad de pedir cosa tan absurda. Le dijo que eso lo había escuchado antes. Siguió sin creerle, y ahora es otra persona más a la que solo le sirve como recuerdo enterrado.|
Aunque ha de admitir que la idea de pasar parte de su fin de semana en el zoológico no le emociona en absoluto, anoche se ha dejado llevar y ha aceptado por mera inercia la invitación de su vecina. No se ha dado cuenta, y por su torpeza, ha permitido que Ray escuche los planes que tiene para el día siguiente y que haga de él la burla de la noche.
Luego de algunos minutos, decide llamar a la puerta de Emma. No hay timbre, por lo que se asegura de hacerlo fuerte y claro.
Nadie responde en seguida. Así que vuelve a tocar la puerta de nuevo.
Espera unos segundos. Y entonces, esta vez, tras la puerta escucha los pasos apresurados que seguramente pertenecen al pequeño niño de la casa. La puerta se abre lentamente, y al hacerlo, se asoma la pequeña figura del chiquillo quien parece lanzar rayos de ilusión y emoción con la mirada. Está recién bañado pero bien vestido y listo para una excursión.
Al chico le ha tomado unos segundos subir la mirada y conectarla con la de él, por lo que Norman acaba de sentirse un gigante. (Teme intimidarlo con aquello).
—¿Necesitas algo? El tierno timbre de su voz denota claramente lo joven que es como para encargarse de las visitas a su casa, pero ha sido la manera en como lo ha preguntado lo que le causa verdadera gracia.
—¿Está Emma en casa?
—¿Para qué la necesitas? Así, de un momento a otro, Norman es capaz de percibir que el chico, a pesar de su edad, está siendo más cauteloso de lo que un niño realmente es. Si antes ha pensado que el niño se intimidaría ante su altura, ahora sabe que no es así. Es más, se nota que estará dispuesto a enfrentársele si así lo necesitara.
Pero antes que él siquiera pueda explicarse, escucha la voz preocupada de la chica desde dentro de alguna otra habitación del departamento. —Phil, ¿quién es? El pequeño se encoge de hombros, como si así contestara la pregunta de Emma en su mente. Y entonces responde de manera casual con una nueva pregunta graciosa hacia él. —¿Quién eres?
El cuadro no puede ser más cómico de lo que ya es, por lo que Norman se sonríe sinceramente ante ello.
Norman se acuclilla para así igualar las miradas con el pequeño pero astuto guardián. —Phil, ¿cierto? El chico no responde.
—Soy su vecino. Vivo al frente, Phil. Me llamo Norman, es un gusto volver a verte. El pequeño no responde, en su mirada se pinta la desconfianza. Y Norman lo entiende, de niño fue igual que él. Aunque tuvo la oportunidad de criarse rodeado de ilusiones y fantasías al lado de su madre, atravesó experiencias que le obligaron a construir un muro de protección hecho de desconfianza.
Como el chiquillo no ha respondido, eso ha debido de alarmar a su madre, porque Emma sale apresuradamente hasta la entrada con la bebé enrollada en una grande toalla. (Ha debido estar ocupada bañando a la niña).
—Oh, hola. Perdona la demora. Ella se dirige a él en una manera tan natural y confiada que queda prendido por su soltura. De alguna manera el ambiente se vuelve familiar. —Ya casi termino con Carol. ¿Por qué no entras y nos esperas unos minutos? No tardaré mucho, lo prometo.
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Pervivencia [Noremma]
FanfictionPerdidos, solos, encerrados. Ambos se sienten de esa manera, y sin embargo, frente al mundo dibujan una sonrisa prefabricada. Pretenden llevar una vida perfecta o al menos algo parecido. Y sin embargo, cuando tienen la oportunidad de hallar refugio...