La foto de papá

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- Mi nombre es Deisy, pero eso me supongo que ya lo sabes.-asentí. Esto era demasiado incomodo. tenia demasiadas dudas pero debía ir con Elios y pasar por mi hermano con la señora Morrison. Al grano Mer.

-tía, antes de que puedas continuar...creo que es normal el que te vaya a hacer estas preguntas pero...

-contestare todo lo que quieras Mer.- ella tomo mi mano y vi tanta sinceridad en sus ojos y en su voz, pero no lograba sentirme cómoda con la situación, sentía que este era el inicio de tanto destrozo en mi vida. Aleje mi mano y vi un poco de tristeza en sus ojos pero a los segundos su rostro se torno serio.- mira linda, se que todo esto es realmente difícil, y no diré que te entiendo por que no se lo que es perder un padre, yo perdí a los míos cuando tu padre y yo éramos muy pequeños y eso apenas y lo sentí, pero si quiero que sepas que estoy aquí, quiero que entiendas que no pasaras todo esto tu sola, ¿de acuerdo?. -asentí. Me sentía tan molesta con el mundo.

-¿podemos posponer esto para mañana?, aun debo empacar cosas y hacer otras también.

-claro, pero espera... ¿iras tu sola?, Linda son las...7:34, es tardísimo.

-lose, lose es solo que aun debo ir por unas cosas de mi madre al hospital y debo pasar por Jaden a casa de la vecina.- la tía Deisy parecía no creerme mucho, pero después de un rato me dejo ir con algo de dinero por si necesitaba tomar un taxi.

Al fin salí de ese incomodo lugar, podía sentir el aire fresco, era tan refrescante, no me tomo ni dos minutos volver a la realidad. Mi madre había muerto. Camine ya que sentía la necesidad de hacerlo, las lagrimas corrían sin control sobre mi rostro, me había guardado todo esto para mi y ahora debía cuidar de un niño, siendo solo una adolescente, debía cambiarme de casa, de escuela. Sentía que quería morirme, me dolía mucho el pecho y quería gritar, me sentía completamente sola. ¿Cómo pudo haberse ido?, hace tan solo unas horas la vi sonreír y ella...no, no puede ser, todo este tiempo ella estuvo preparándome para esto.

De repente sentí como la noche empezaba a refrescar y para mi mala fortuna una gran tormenta se desato, corrí lo más rápido que pude hacía el hospital que no quedaba tan lejos, solo faltaban unas cuadras y no había ni siquiera traído unos buenos zapatos, estas estúpidas converse me lastimaban, estúpidos tenis, estúpido cáncer, estúpida vida, estúpida vida, estúpida vida. No pude más me deje caer y me solté a llorar, estaba a tan solo unos pasos de la entrada del hospital y solo sentía la lluvia caer sobre mi.

-¿Mer?¿estas bien?¿que haces aquí?- Era Elios, corrió hacia mi con su abrigo.- Mer, no puedes andar así con estos climas podrías-no lo deje terminar lo abrace tan fuere como mi poca energía me lo permitía, el por supuesto me tomo como si de una pluma se tratase, o era muy fuerte o yo pesaba muy poco. Sentí sus caricias en mi cabello y escuchaba pequeños susurros de aliento sobre mi cabeza, me sentía como una marioneta, no escuchaba nada a mi alrededor, solo sentía como Elios me guiaba hasta su auto, no me moleste en recordarle que iba empapada y tal parece que no le importaba, me puso el cinturón y después corrió a su lado para poder subirse, el encendió su auto y tomo mi mano y la apretó, yo solo mire nuestras manos y también lo apreté.

****

Ya estaba en casa, Elios buscaba en la alacena tazas y café mientras yo guardaba todo en cajas.

-Mer, tu hermano esta dormido y no creo que sea bueno despertarlo, pero puedo quedarme contigo a empacar todo.-dijo aun preparando todo desde la pequeña cocina, yo podía distinguirlo desde la sala de estar, esta casa no era tan espaciosa.

-no, Elios has hecho demasiado por mi y tu acabas de salir de trabajar y no quiero ser una molestia.- tenia la mirada puesta en las bolas de cristal y adornos que a mi madre le encantaban, eran colecciones de cada aventura y viaje que hizo, y sonreí a tan hermoso recuerdo.

- no lo eres en absoluto-sentí la mirada de Elios en mi, levante la vista y una extraña sensación hizo que mi piel se erizara, podía sentir algo mas que sinceridad en sus palabras.- Mer, hay algo que he querido decirte desde hace mucho...- el timbre de la entrada sonó y me disculpe con Elios, camine hasta la puerta, al abrirla me sorprendí al ver que era la tía Deisy, ella sonrió con confusión.

- hola, ¿no me dejaras pasar?

-¿ha? oh si, claro si pase.

-se que es tardísimo, pero no contestabas el móvil y debía asegurarme de que habías llegado...- la tía dejo su abrigo en el perchero de la entrada y al voltear hacia mi desvió su vista hacia atrás, voltee con ella y note que veía a Elios.- oh lo siento, estas ocupada entiendo.

-no no, señora yo ya me iba, solo pase por si Mer necesitaba algo de ayuda, pero creo que es mejor que me vaya- Elios nos sonrió, tomo su abrigo y sus llaves, se despidió de mi con un beso en la mejilla, y con un "un gusto conocerla, mi nombre es Elios, el vecino de Meredith" se fue. La sonrisa de picardía en la cara de mi tía hizo que me sonrojara.

-Meredith, se que esto es inapropiado pero que lindo es tu vecino.- una punzada me recorrió el cuerpo, no me gusto para nada su comentario.- ¿estabas preparando café?

-no, Elios lo estaba preparando, yo estaba empacando las cosas que aun faltan.

-oh, esta bien. Espero que no te moleste, me tome el tiempo de pasar a comprar algo para cenar en caso de que no hubiesen cenado, ¿Dónde esta el pequeño Jay?.-dijo mientras ponía una bolsa de comida sobre la pequeña mesa, ¿como es que podía hacer como si nos conociéramos de años? yo me sentía tan incomoda cada vez que hablaba con ella.

-se quedo a dormir en casa de Elios, solo en lo que me hago cargo de todo lo que debemos llevarnos.- dije mientras retomaba mis tareas.

-hay algo que quería darte- la tía Deisy busco entre su bolso y me extendió un pequeño cuadro, al tomarlo pude notar que en el había un chico de unos 25 años, sonreí al reconocer a mi padre en su juventud. Y por primera ves desde que conocí a la tía Deisy, me sentía bien. Le sonreí a respuesta.

-es un detalle muy hermoso tía Deisy.- ella me sonrió.

- ay por favor, tutéame y puedes llamarme Deysi- ambas nos reímos. El resto de la noche cenamos entre pequeñas platicas sobre historias de Deysi y mi padre. Pudimos recolectar todas nuestras pertenencias y limpiamos el pequeño lugar, sentía que mañana seria un buen día.

La realidad de un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora