CAPITULO 3

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Brody me miraba desde el sofá, con la barbilla apoyada en su puño. No sabía que sentir hacía él. Era mi padre.

-¿Por qué nos abandonaste? - interrumpí ese silencio incómodo.

-No tenía elección. Los otros Guardianes no podían saber que tenía un hijo mestizo - respondió.

-¿Guardianes? ¿Mestizo?

-Soy un Guardián del reloj. No se nos permite tener hijos, y menos con humanos. Eres un mestizo, más poderoso que cualquiera de los Controladores. Eres humano, pero también eres de los nuestros.

-Sigo sin entender por qué nos abandonaste - dije aumentando el tono de voz.

-Si descubrían de tu existencia, me habrían juzgado, probablemente matado. Y no solo a mí. También a ti y a tu madre - dijo con voz suave, mientras me miraba con cara de arrepentimiento - Perdóname.

-Ahora no puedo.

Me levanté del sillón y salí. Fui con Alex para empezar el entrenamiento. Vince estaba hablando con Alex, me dirigí hacía a ellos.

-¿Estás bien? Pareces enfadado - observó Alex.

-Sí. ¿Vamos? - contesté.

Vince nos guió hasta una especie de gimnasio, estaba vació. En él había un gran banco de madera. Alex y yo nos sentamos. Vince empezó a pasearse delante nuestro, mientras me daba información. Alex parecía aburrida, supongo que ya sabría todo.

-Somos el grupo de los Controladores, tenemos habilidades que nos permiten manejar el tiempo. Yo, tu padre, y pocos más, somos los Guardianes del reloj. Simplemente somos veteranos, los mejores controlando el tiempo. Nos dedicamos a instruir a novatos como vosotros - Alex me miró con los ojos en blancos - y a vigilar a los demás Controladores. ¿Todo claro? - preguntó mirándome.

Asentí con la cabeza.

-Bien, Mel, demuéstranos tus habilidades, llévalas al límite para poder evaluarte. Ven. - ordenó.

Se giró y fue hacía una especie de habitación de vidrio, con un contador digital sobre la puerta, me hizo entrar, y cerró la puerta. Alex observaba, interesada por lo que fuera que iba a ver. Vince se comunicó conmigo con una especie de micrófono. Me dijo que controlara el tiempo todo lo que pudiera. Cerré los ojos, me concentré, y los volví a abrir. Al otro lado del cristal estaba Alex, que miraba el contador de la puerta. Me miró y asintió con una sonrisa. Creo que entendía los que sucedía en ese instante. Estaba en una especie de sala, de la cual no salía mi poder. Al cabo de unos diez minutos, cuando me empecé a encontrar mal, paré de usar mi habilidad. Miré a Vince. Anotó algo en un cuaderno y abrió la puerta. Salí y el contador marcaba doce minutos y ocho segundos.

-Está bien para un novato - dijo Alex sonriéndome.

Vince me mostró la libreta, en la cual había una tabla, con mi nombre y el de Alex. Parecía una especie de ranking entre los dos. Bajo mi nombre, estaba mi tiempo de duración. Bajo el de Alex, veintitrés minutos y cuarenta segundos.

-Tú duración tampoco está nada mal, pero créeme, te superare - le dije en tono desafiante.

Se río irónicamente y se dirigió de nuevo al banco. La seguí y me senté junto a ella.

-Por hoy ya está. Esta noche os pondré con vuestro grupo de entrenamiento y mañana empezareis con lo serio.

Alex me acompañó a mi cuarto, y se fue al suyo, más al fondo del pasillo. Jerry estaba tumbado sobre la cama, con la cabeza sobre un cojín. Escuchaba música, tenía los ojos cerrados. Pensé que estaría durmiendo. Me acerqué al cabecero de su cama, para mirarle.

Reloj de arenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora