la première fois que je t'ai vu

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“La primera vez que te ví.”
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El día de la aparición de aquel ángel elegante y delicado fue bastante inoportuno.
Eran uno de esos días en los que la gente andaba con un paraguas caminando como simples androides programados para seguir una orden.
Afuera llovía, la chica veía a través del cristal las pequeñas perlas que caían del cielo tan triste.
¿Estaría de mal humor el clima?

Nubes esponjosas viajaban sobre cada persona, lloviéndoles sus perlas preciosas sobre el paraguas a la gente.
El viento cantaba con lástima y llenaba el ambiente con un aura melancólica.

De entre el bullicio interminable de las personas caminando, se figuró una silueta única y difícil de confundir entre la multitud.
Se trataba de un chico, delgado y con una altura normal, que mantenía en la comisura de sus labios, una resplandeciente sonrisa.
Su paraguas de oro destacaba y sobre él, llovían pétalos de rosas blancas, era una imagen digna de ser pintada y puesta en una galería de exposición, porque ese ser humano de carne y hueso que parecía haber caído del mismísimo cielo era hermoso.

El ángel abrió la puerta de la cafetería, cerrando su paraguas, pétalos de rosas resbalando por el plástico amarillo y volviéndose simple polvo al caer al pulido piso de madera.
Ella lo contempló como una pieza de arte, aquel muchacho tenía un porte elegante para beber el café de su taza.
Estaba curiosa por saber qué era lo que trazaba en su libro, se veía concentrado en sus actos y eso lo hizo ver mucho más adorable.

Se formó una escena cálida al oír una canción romántica, el sonido confuso de distintas charlas de las almas presentes en aquel sitio y el fascinante aroma a café y pan recién hecho.

El mesero llevó un par de veces más Croissants a pedido del ángel sentado en la mesa a su derecha.
Pero cuando su cuello se giró curioso, se topó con una chica pendiente de todas sus acciones.
Su primer instinto fue mostrarle una sonrisa.
Y ella se sintió iluminada cuando las gemas de sus ojos hicieron conexión con las suyas.

Un destello hubo en las pupilas de Yoon Jeonghan, el ángel que bajó del cielo. Un delgado hilo se extendió de las dos extremidades, escaló por las piernas de Jeonghan y cuando llegó al destino, rodeó el dedo meñique del ángel y un pequeño nudo se hizo, aquel hilo rojo estaba atado de la misma forma con ella.

La primera vez que lo vió fue de la manera menos esperada, en el día donde el cielo lloraba perlas y el viento cantaba en lamento.






16/05/2020.
by: @coffee_jeonghan.

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