3.

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—Si no quieres, no tienes por qué tomar las palabras de Mexique en serio.

Ucrania creía que Canadá era el ser más puro que existía en el mundo, no solo porque parecía no entender la mayoría de cosas de doble sentido que sucedían a su alrededor, sino por cosas como esa.

—No quiero que te sientas incómodo.

Era un alma dulce, que pensaba en el bienestar de los que creía importantes en su vida, quien intentaba que todos se llevasen bien, evitaba los conflictos. Podía perderse en esos ojos brillantes, en esa sonrisa cariñosa, o en esa voz que parecía un susurro que acariciaba su alma.

—Me gustas.

—¿Eh?

—Sabes que me gustas desde hace mucho —Ucrania sintió miedo de seguir hablando—, pero también me gusta México... y es un conflicto raro... porque ustedes me gustan más desde que los veo juntos.

—Eso es raro.

—¡Lo sé! —sintió sus ojos arder—. ¡Soy tan raro!

Entonces Ucrania sintió la calidez de aquel cuerpo que envolvió el suyo en un abrazo, se permitió rodearlo con los propios mientras temblaba porque estaba empezando a llorar, y sin pensarlo, sintió también una calidez extra que lo cubrió por completo.

Adoraba esa sensación.

El sentir que podía ser envuelto en una protección por dos personas maravillosas, el creer que esos dos tal vez podrían responderles a todas esas preguntas raras que se formulaba desde hace tantos días. Se quedó ahí, sin desear que ese abrazo grupal terminara.

—Wey, ¿sabes qué es más raro que eso?

—¿Qué? —susurró bajito, sin desear abrir los ojos.

—Que haya gente que pida salsa que no pica.

Ucrania empezó a reír, deslizándose poco a poco hacia los brazos de México, y sintiendo como sus cabellos eran acariciados por Canadá.

Desearía quedarse así por siempre.

Cristales [Canadá x Ucrania x México]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora