•Doce

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Cuando llegué a mi casa, llamé a Leo y le dije lo que planeaba hacer, que necesitaba ausentarme por un par de días y luego se lo repondría con turnos dobles, él no tuvo problema.

Iría a Seúl.

Guardé lo necesario en un bolso y salí directo a la estación de trenes a comprar un boleto para el próximo que saliera hacia la capital. Por suerte no tuve que esperar tanto a que saliera el siguiente tren.

Así fue como hice un viaje de casi tres horas, para arreglar las cosas con Jungkook. No podía parar de pensar en lo que le diría, aunque probablemente se me olvidaría todo lo que planeaba y simplemente iba a soltar lo primero que viniera a mi mente. Además temía a su reacción, pero recordé las palabras de mamá y tenía que arriesgarme.

Llegué a Seúl finalmente, ya comenzaría a atardecer pronto, conocía algunas calles porque había venido anteriormente aunque igual tuve que pedir indicaciones y también utilizar el mapa en mi teléfono.

Cuando estuve frente al edificio me atacaron un poco los nervios. Subí en el ascensor al piso que decía el mensaje de Solji, al salir caminé por el pasillo viendo los números de las puertas, hasta dar con la correcta. Toqué el timbre un par de veces y esperé, cruzando los dedos porque estuviera allí.

Un pelirosa abrió y no pudo ocultar su sorpresa, luego alzó la cabeza mirando hacia arriba como si en el techo pudiera encontrar la respuesta del por qué estaba frente a él.

–¿Qué clase de karma es este? –Exclamó, exasperado.

–El karma de ser tan imbécil –lo tomé del cuello de su chaqueta y lo halé, sacándolo al pasillo–, dime dónde está Jungkook. –Exigí.

–Eres diminuta, pero tienes fuerza. –Sonrió con burla.

–¡Jimin!

–¡Glow! –entonces me miró, como si los mecanismos de su cerebro estuviesen trabajando, dándose cuenta de la realidad– es mentira lo de Solji... –me apuntó– Tu en serio estás demente.

Mi amiga me había hecho el gran favor de volver a contactar a Jimin, diciéndole que necesitaba un lugar donde quedarse porque tenía cosas que hacer en Seúl y no conocía a nadie, obviamente era una mentira, pero él aceptó. Quizás pensaba que tendría otra oportunidad con ella o puede que Solji no me estuviese diciendo completamente la verdad. El punto es que no le preguntó por Jungkook directamente porque iba a ser algo sospechoso, así que yo misma le pediría a Jimin que me llevara con él o me dijera donde podría encontrarlo.

–¿Me vas a decir o no?

–No.

–Jimin, vine aquí sólo para hablar con él, necesito verlo por favor. –La desesperación junto con la frustración estaba creciendo en mi.

–Él sufrió por ti y a ti no te importó. –Se cruzó de brazos.

–No sabes una mierda. –Escupí molesta, se encogió de hombros.

Él de verdad no parecía querer ceder y decirme dónde estaba Jungkook.

De pronto mis ojos se llenaron de lágrimas pero tomé varias respiraciones, no lloraría frente a ese idiota. Cuando planeaba intentar hablar civilizadamente y no dejarme llevar por la histeria, a ver si lograba sacarle algo, escuchamos el sonido del ascesor y ambos volteamos. Salió Taehyung de éste y mi esperanza se derrumbó en un segundo cuando pensé que podría salir Jungkook también pero no fue así.

Él caminó hasta nosotros, claramente extrañado de verme allí, además que seguramente yo llevaba una expresión de que me echaría al piso a llorar en cualquier momento.

–Jimin, ¿qué haces? –me miró por un segundo y volvió la vista a él de nuevo– ¿qué le hiciste a Glow?

–Yo no le hice nada. –Dijo, éste, sonando indignado.

–Ven, cariño. –Taehyung lo ignoró y pasó su brazo por sobre mis hombros, haciendo que caminara con él dándole la espalda a Jimin y avanzando por el pasillo hacia el ascensor. No esperaba ese gesto por parte del castaño pero no me quejé, estaba sensible. –¿Quieres un helado?

–Quiero ver a Jungkook. –Pronuncié, cabizbaja. Él ascensor abrió sus puertas y entramos.

–Lo sé, él vive aquí también, aunque no se encuentra ahora. Vamos por un helado, así te calmas y luego te llevo con él ¿Te parece?

Asentí lentamente.







Tae y yo no encontrábamos en un parque, sentados en un banco de madera, su moto yacía aparcada a un lado. Yo estaba con un vaso de helado de chocolate y él fumaba un cigarrillo.

Habíamos hablado de otras cosas en el trayecto hasta acá, la verdad es que hizo que me calmara. También le conté lo que había pasado con el idiota de pelo rosado.

–¿Por qué Jimin no puede ser como tú? –dije, luego de llevarme una cucharada de helado a la boca– No, no, –quise formular otra pregunta– ¿cómo pueden ser amigos?

Él soltó una risa y le dio otra calada a su cigarrillo.

Taehyung de verdad estaba siendo muy atento conmigo y se había preocupado genuinamente por mi.

–Porque Jimin protege mucho a Jungkook, es el menor así que le afecta que esté mal, y a mí también, pero sé que necesitan hablar. Estoy seguro que saldrá algo bueno de esto, si estás aquí debe ser por algo importante. –Sonrió ampliamente. Él era muy guapo, pero a mí sólo me gustaba un pelinegro de pelo alborotado.

–Fui una tonta, Tae. Debí hablar antes. –Hice una mueca.

–Algo te lo impidió, supongo. –Me miró atentamente.

–Si –suspiré– tenía miedo, yo tuve una relación muy dañina y luego que rompí con esa persona, no quería abrir mi corazón de nuevo. Tu sabes el tipo de relación que teníamos Jungkook y yo... y cuando se confesó terminé por entrar en pánico –mantenía la vista fija en mi helado– el miedo terminó por joder todo con él.

–Es normal tener miedo, sólo hay que tomar valentía para enfrentar ciertas situaciones. El amor es una mierda muy complicada, pero creo que vale la pena arriesgarse por lo que queremos, de todas maneras no podremos saber si nos van a romper el corazón o no. –Lo miré y él se encontraba viendo hacia el frente ahora.

La verdad es que Taehyung tenía un punto.

–¿Crees que es muy tarde?

–Creo que tienes que decirle lo que sientes, ser sincera de una vez. Todos cometemos errores, tu lo hiciste al no decirle lo que en verdad pensabas o sentías en el momento –asentí– lo bueno es que hay errores que se pueden enmendar y éste es uno de esos. Jungkook está loco por ti.

–Él me llamó en la madrugada... dijo que está enamorado de mi, borracho, pero lo dijo. –Comenté y sonreí recordando su voz al decirlo.

–Dicen que los borrachos no mienten. –Me guiñó un ojo. Sacó su celular viendo la hora y luego me miró de nuevo. –Es hora de llevarte con tu amado, Jiwoo.

Se levantó y yo hice lo mismo, acercándome a un bote de basura para echar el vaso ya vacío. Luego caminé hasta donde Tae me estaba esperando montado en su moto y con mi bolso en la mano.

Esperaba que todo saliera bien y que este viaje valiera la pena.















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^^

El siguiente capítulo es el final...

Espero les haya gustado, gracias por leer💜

SUGAR |JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora