Temari y Kankuro eran sus hermanos pero de algún modo podría decirse que ellos en realidad no habían sido familia hasta hace poco tiempo. Igual que el resto de las personas de Suna, sus hermanos le temían como al hombre que tenía un demonio en su interior, no, más que eso, él era el monstruo, él y no Shukaku.
—¿Podrían por favor traerme una taza de té?
—En seguida Gaara-sama–¿cómo el pequeño demonio de la arena había terminado convirtiéndose en su líder? Ni siquiera Gaara estaba muy seguro de eso. Era como si un día fuera odiado y temido y al siguiente ya fuera idolatrado por todo el mundo, de cierta forma macabra aquello no dejaba de parecer irreal.
—Misiones…– susurrando distraído el joven barajó papeles en su mano derecha mientras su mano izquierda intentaba firmar torpemente un documento, no, había hecho una mala elección de manos, cambiando de posición soltó un hondo suspiro, eso de ser Kazekage era más pesado y aburrido de lo que uno imaginaría en primera instancia.
— Gaara-sama, ¿Qué debo hacer con los problemas del sector sur?
— Manda a un grupo de gennin, los mejores que tengas, no es demasiado peligroso para ellos– el pelirrojo suspiró, así era su día, la gente entraba y salía diciendo «Gaara-sama esto, Gaara-sama el otro» y él tenía que ser incluso más sabio que Salomon para intentar llegar a un acuerdo con todos.
Girando en su silla reclinable el pelirrojo posó la vista donde las inmensas ventanas de su oficina le permitían observar el paisaje de afuera, no es que aquello fuera muy inspirador, el desierto era seco, caluroso y definitivamente tenía un cierto aire de desolación, pero bueno, era su tierra después de todo, tenía que animarse así fuera a base de nostalgia.
Soltando un suspiro el pelirrojo pensó en la ultima vez que había visto a Naruto, no había sido hace mucho tiempo, justo el rubio se acababa de convertir en Hokage –el más torpe de la historia de la hoja en cuanto a burocracia se refería–. Enredando uno de los mechones rojos de su cabello en su dedo índice el joven pensó en inventarse algún importante asunto de estado para poder ver nuevamente a su amigo pero deshecho rápidamente la idea, ser Kazekage no le daba el derecho de jugar a su antojo con las leyes diplomáticas.
—Vaya…–entrecruzando los dedos de las manos el joven cerró por un momento los ojos, aunque amaba su tierra debía admitir que en ocasiones era la mar de aburrida, y bueno, ¿quién podía hacer algo por eso? Hacía tanto calor en el desierto que incluso los villanos preferían esperar a que el sol hubiera bajado para hacer sus fechorías, pobre de la gente que como él debía ir a trabajar cuando el sol de la tarde era capaz de rostizar cualquier intento de vida que se le pusiera en el camino.
Aburrido, levantando los ojos al techo soltó un nuevo suspiro, no tenía ganas de leer informes, después de todo sabía lo que vendría escrito en cada una de las hojas «Objetivo eliminado, objetivo eliminado, objetivo…» a veces se preguntaba si es que era bueno que los shinobis de la arena arreglaran las cosas siempre del mismo modo, bueno, lo cierto es que así es como los habían educado a todos, enemigo muerto, enemigo menos; seguro que Naruto se molestaría con él de seguir con esa mentalidad.
—Aburrido…–susurró su estado de animo al aire, por lo general no solía quejarse de que su día no fuera lo que se podría considerar "divertido", después de todo ¿Qué se podía considerar divertido en la vida de un Kage? La emoción para alguien como él se daba cuando debía proteger a su pueblo enfrentándose en batalla y definitivamente ver a Suna en peligro no era algo que deseara.
Al girarse para posar nuevamente la vista sobre los papeles que debía firmar tiró sin querer un retrato que se estrelló en el suelo de mala manera, arqueando una ceja el joven se agachó recogiéndolo. ¿Quién había dejado esa fotografía ahí? No la recordaba, en ella se podía ver a si mismo cuando tenía doce años, los ojos turbios, el semblante serio, incluso los rojos cabellos se veían intimidantes.
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Historias NO heroicas de Konoha.
HumorLa famosa aldea del País del Fuego tiene historias impresionantes, existen relatos crueles, así como relatos acogedores, empezando desde la gran batalla de Senju Hashirama y Uchiha Madara hasta la Cuarta Guerra Shinobi dónde sus héroes fueron, nada...