💔;; Controlar/Prohibir

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(...)

- Oh chico, te ves terrible.

El hombre del otro día había contactado con el pobre Kyabe, luego de conversar un rato supo un poco más de él, Son Goku Kakarotto era su nombre, tenía una esposa y dos hijos; Gohan y Goten. Se le notaba arrepentido por lo ocurrido con Caulifla así que fue a pedirle disculpas, el menor obviamente le dijo que no eran necesarias esas cosas, después de todo él mantuvo la compostura cuándo ella se le ofreció.

- No hay problema señor Goku, me alegra que hayamos platicado.

El hombre le tomó el brazo al menor, su rostro denotaba la angustia que le carcomía.

- Por favor Kyabe, si ella te está haciendo daño mi familia y yo te vamos a apoyar en todo, mi esposa es una de las mejores abogadas que conozco, si pasa algo dime y nosotros te ayudaremos.

- Gracias, bueno ya me tengo que ir; mi jornada está por comenzar.

- Claro, nos vemos después.

Durante el camino a la oficina el chico estuvo reflexionando bastante sobre lo ocurrido hasta ése momento, en una de esas pudo contemplar su reflejo y lo que vió fue lo más espeluznante que haya visto en toda su vida. Su rostro estaba lleno de moretones y su nariz estaba literalmente morada, era la viva imagen de aquellas mujeres golpeadas de las que tanto le habían hablado en una plática durante un evento contra la violencia de género que se celebró en su trabajo.

- Oh no...

Él retrocedió completamente asustado y salió corriendo hacia su lugar de trabajo, una vez ahí las lágrimas comenzaron a escurrir, esto ya estaba llegando muy lejos.

- Oye ¿Estás bie-? ¡Santo cielo Kyabe! ¿¡Q-qué te sucedió!?

Gure gritó horrorizada cuándo vió el lastimado rostro de su amigo, lo que llamó la atención del resto de trabajadores, quiénes se vieron igualmente asustados.

- ¿Qué le pasó?

- Su rostro está muy lastimado.

- Se ve terriblemente mal.

- ¿Quién fue el maldito que le hizo eso?

Los murmullos no se hicieron esperar, todos comenzaron a hablar entre ellos sobre el aterrador espectáculo que presenciaban, Kyabe entró en pánico, todas esas miradas que se encontraban sobre él lo ponían nervioso ¿Cómo le diría a todos que él había quedado en ése estado por culpa de Caulifla? Sería el hazmerreír de todo el edificio.

- ¿Qué demonios está pasando aquí?

Llegó el supervisor, Hit, a ver el porqué ninguno de los trabajadores estaba en sus cubículos, al acercarse a la bolita que se había formado en uno de ellos se abrió paso entre la multitud, su rostro mostró desconcierto al ver a uno de sus mejores empleados completamente molido de la cara.

- ¡A ver! Dejen de andar mirando a su compañero como si fuera fenómeno de circo ¡A trabajar, fuera!

Todos se dirigieron a sus respectivos lugares, al fin dejando al delgado joven tranquilo.

- ¿Qué pasó ahora? No me digas que te volviste a pelear con Frost.

El hombre de ojos rojos miró atentamente al menor, éste desvió la mirada.

- N-no, me caí.

Kyabe pudo notar que su superior no se la había creído en lo absoluto, sus ojos entrecerrados lo delataban.

- Tómate el día.

- ¿Qué?

Preguntó Kyabe notablemente confundido, Hit JAMÁS le daba el día a nadie, había visto a muchos intentar convencerlo; si accedía era porque realmente se veía mal.

- Ya me oíste, vete.

- Pero señor, tengo que-

- Yo te cubro, tienes que curarte esas espantosas heridas.

El joven no tuvo otra opción que irse de ahí, Hit podía llegar a ser alguien muy aterrador cuándo se enojaba.

- Sí señor.

Kyabe pasó el resto de la jornada en la calle, se quedó un buen rato sentado en uno de los bancos del parque, aprovechó para pasar a una farmacia y comprar pomada, unas cuántas gasas y un poco de alcohol. Al llegar a su casa se hizo un par de curaciones en su rostro, dispuesto a salir con Gure para relajarse un poco luego de tanta tensión.

- ¡Ya llegué!

Anunció Caulifla mientras colgaba su delantal en el perchero al lado de la puerta, Kyabe no le hizo mucho caso pues estaba demasiado ocupado arreglando su gabardina para salir.

- ¿Qué haces?

- Voy a salir con Gure, regresaré a más tardar a las nueve, si quieres puedo traerte algo.

La chica frunció el ceño al escuchar a su novio diciendo que iba a salir con otra mujer que no era ella ¿Quién se cree para hacer eso?

- ¿Y con permiso de quién? Yo nunca te dejé salir.

- Tú misma lo dijiste, tanto tú como yo podemos salir solos si queremos, yo no le veo el problema.

El de cabellera espigada se dirigió a la puerta un tanto indiferente (Aunque claro estaba que lo que realmente sentía era un miedo indescriptible por la posible reacción de Caulifla) y salió de su apartamento, pero una vez llegó a las escaleras sintió como alguien lo empujó de manera bastante violenta, rodó por un buen rato, sintiendo como su cuerpo era lastimado por los escalones y los barandales, ¿Cuánto duró así? Pues al terminar de caer ya estaba en el piso 3 viviendo en el 7, eso explicaba porqué su brazo le dolía tanto, como sí se lo hubiera roto.

- ¡Si yo te digo que no sales, no sales!

Varios vecinos salieron al escuchar el escándalo, Kyabe soltaba quejidos de dolor mientras sostenía su brazo izquierdo.

- ¿¡Estás bien chico!?

Varios de ellos salieron rodeando al chico mientras lo ayudaban, sin embargo él gritó cuándo trataron de levantarlo del brazo.

- ¡M-mi brazo, d-duele mucho!

- Parece que se lo rompió.

- ¡Llamen a una ambulancia, éste chico se rompió el brazo!

Poco después un par de paramédicos le atendieron y lo llevaron al hospital para enyesarlo.

Caulifla mantuvo su sonrisa todo el proceso.

ᴠɪᴏʟᴇɴᴛᴏ́ᴍᴇᴛʀᴏ (Kyabe×Caulifla)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora