Capítulo 2

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9 años más tarde.

Sarawat se encontraba en la sala de llegada del aeropuerto de Bangkok. Caminaba hacia la salida arrastrando su equipaje con una mano mientras que con la otra mandaba un mensaje de texto con su celular, avisando sobre su llegada a la persona que le iba a recoger. Rápidamente el mensaje fue visto y respondido por su hermano menor, éste dándole instrucciones de dónde encontrarlo. Al terminar de leer el mensaje recibido, Sarawat guardó el teléfono en un bolsillo de sus pantalones y soltó un bostezo de cansancio. Se encontraba abatido. Después de 20 horas y 45 minutos de vuelo sentía su trasero y piernas dormidas, el problema no había sido el viaje, ya que esta fue bastante tranquila, pero si muy cansino: primero había cogido un avión en el aeropuerto internacional de Nueva York que, tras quince horas de vuelo, le había llevado hasta Seúl, en donde estuvo casi una hora en escala, y de ahí, había despegado hacia Bangkok, lo cual era cinco horas más sentado. Sarawat a pesar de haber podido pegar ojo durante todo el trayecto, estaba siendo afectado por la diferencia de horario. Él no tenía problema alguno con volar, hasta solía viajar mucho debido a su oficio, pero no acostumbraba a hacer vuelos tan largos y lo único que deseaba en ese momento era llegar a casa y dormir durante días.

A pesar de todo, Sarawat no pudo evitar la pequeña sonrisa que esbozó sus labios, al final estaba de vuelta en su país natal después de tantos años en el extranjero. Realmente había añorado Tailandia. Varias veces había intentado hacer tiempo para regresar, pero debido a su ajetreada agenda, no había hallado forma alguna. Pero gracias a una ocasión que se le había presentado, había encontrado la excusa perfecta para ausentarse de sus labores en Nueva York, donde estaba basado.

Después de un par de minutos caminando, Sarawat llegó al estacionamiento del aeropuerto y escaneo el lugar en busca de su hermano menor. El lugar estaba infestado de gente, algunos de regreso a casa o adonde fuera que se alojarían, mientras que otras se marchaban del reino. Pero entre el bullicio de personas, no pudo reconocer ninguno que fuera su hermano. "Dónde demonios está?" se preguntó, sacando su celular de un bolsillo de sus pantalones. Apunto estaba de marcar el número de Phukong cuando un SUV blanco se detuvo a su lado. Phukong rápidamente abrió la puerta del conductor, saltando afuera y con pasos rápidos se acercó a Sarawat y le rodeo en un abrazo, tomando al susodicho por sorpresa.

"Phi, no sabes lo mucho que te he echado de menos," su hermano dijo sin romper el abrazo, más bien intensificando a esta y así dando por entender la seriedad de sus palabras. Sarawat sonrió y regreso el acto, dando suaves palmadas en la espalda de su hermano menor.

"Yo también te eché mucho de menos. ¿Como están papá y mamá?" Preguntó después de que rompieran el abrazo.

"Papá, como siempre, está en uno de sus viajes de negocio, fuera del país. Y mamá está en casa esperando tu llegada. Tienes que ver lo emocionada que está. Hasta tuve que convencerla en contra de montar una fiesta sorpresa," el menor dijo para después comenzar a reír divertido, Sarawat no pudo evitar también reír. "Le dije que estarías muy cansado después de tu vuelo como para montar fiestas."

"Y tienes razón, estoy agotado." Sarawat dijo soltando un suspiro y pasando una mano por su cabello.

"Eso ya lo veo," Phukong le arrebató el equipaje de su mano, y caminó hacia el maletero del SUV abriendo a esta una vez ahí, seguido guardo el equipaje. "Anda entra que se no hace tarde y no debemos hacer a mamá esperar," dijo para después cerrar el maletero y abrir la puerta del asiento del conductor, se sentó en esta. Sarawat abrió la puerta del lado pasajero y también se adentró en el vehículo. Ambos se abrocharon los cinturones, y el menor encendió el motor comenzando a conducir lejos del edificio.

Sarawat se acomodó en el asiento de cuero marrón y cerró los ojos dejándose llevar por el cansancio, cayendo en una siesta.

Fue despertador por el apagado del motor del coche, después de unos segundos de somnolencia, se soltó el cinturón de seguridad y salió del automovil. Observo su alrededor viendo que estaban en el aparcamiento de la finca familiar. El lugar no había cambiado mucho desde la última vez que lo vio hace siete años, había claras remodelaciones y cosas claramente nuevas pero el diseño en si seguía igual.

La fragilidad de la memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora