Capítulo 6

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Al día siguiente, un molesto Sarawat se encontraba sentado en la silla del escritorio de su habitación. Sus manos estaban encima del mueble y una de estas tamborileaba los dedos en la suave madera blanca, el único sonido en la habitación era el constante golpeteo. Su rostro, usualmente impasible, estaba marcado por un ceño fruncido y sus ojos veían la pantalla de un ordenador portátil frente a él. Como fue dicho anteriormente, estaba molesto, muy molesto, ¿cuál era la razón de su irritación? La respuesta era bastante simple: no se había levantado con buen pie. Fue despertado temprano en la mañana por la luz del sol que se asomaba a través de la ventana de su habitación, brillando directamente sobre su cara. En cuanto abrió los ojos, un tremendo dolor de cabeza lo saludó a los pocos momentos y en ese mismo instante supo que hoy no sería su día.

Sabía el causante de su malestar; este fue el resultado de la muy estresante jornada que tuvo ayer. En parte culpaba a Boss por esto debido a que su mejor amigo lo había llevado a sus límites con sus artimañas del día previo, pero el mayor culpable de su desazón era Tine, el fantasma -quien resultó no ser tan fantasma- de sus sueños y la montaña rusa de emociones que este había provocado con su presencia.

El muchacho estaba metido en sus pensamientos, acechándolo como un acosador que se rehusaba a dejar en paz a su víctima. El reencuentro fortuito de ayer definitivamente había empeorado la situación ya que, si antes reflexionaba bastante sobre el joven de sonrisa hermosa, ahora este era un recuerdo constante y recurrente. En otras palabras, lo único que había en su mente era él, esto era tal que ya no podía funcionar como un adulto normal, y esto no era una exageración. Sinceramente sentía que estaba enloqueciendo de tanto pensar, sin tan siquiera quererlo, en una persona que no hacía más que opacarle la cabeza con una nube de enigmas.

Afortunadamente pudo remediar el dolor de cabeza puesto que fue capaz de encontrar una caja de paracetamol en el baño mientras se preparaba para el día. Localizó las pastillas en un botiquín de primeros auxilios que se hallaba dentro de uno de los gabinetes en el baño de su habitación e inmediatamente supo que eso fue la obra de su madre. También agradeció el carácter atento y precavido de su progenitora, gracias a ella no tendría que soportar la incomodidad hasta que pudiera ir a por alguna en una de las farmacias del centro de la ciudad. Ahora estaba en espera de que el analgésico le hiciera efecto y de mientras optó en realizar algo de labor para distraerse un poco y tal vez así poder apartar de su mente el pensamiento acerca del joven en particular. Sabía que no era muy recomendable trabajar con un dolor de cabeza, pero no dio con qué más hacer.

Así fue como llegamos a la escena inicial. Sarawat intentando concentrarse en su trabajo, pero la combinación del dolor de cabeza que tardaba bastante en ser domado por el medicamento que tomó previamente y el constante recuerdo del incidente del día anterior se lo hacía imposible. Esto lo enojaba de sobremanera porque Sarawat amaba su ocupación, lo consideraba el mayor logro que había conseguido en la última década de su vida. El camino para alcanzar el estatus en el que se encontraba actualmente no fue nada fácil. El accidente que tuvo años atrás causó un retraso en sus estudios además de que el proceso de rehabilitación fue lento y bastante complicado. Físicamente no había sufrido muchos daños graves y fue capaz de abandonar el hospital por su propio pie, a pesar de esto, su cabeza es decir su cerebro se llevó la peor parte. La gravedad de sus memorias perdidas había sido más de lo que había predicho y tardó años en recobrar gran parte de estas.

Pese a este gran contratiempo, Sarawat fue capaz de completar sus estudios y graduarse con honores en la Universidad de Columbia, en donde recibió un becado. Obtuvo una licenciatura en Administración y Dirección de Empresas. El nuevo conocimiento adquirido le dio una gran ventaja en la gestión de negocios lo cual lo hacía un ideal sucesor para la empresa familiar y su padre varias veces le ofreció comenzar a trabajar en una de estas, sin embargo, Sarawat no había tenido ni una pizca de interés en los negocios de ninguna de las compañías de su progenitor por lo que declinó las ofertas.

La fragilidad de la memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora