Capítulo 1

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El frío de la nave y una vista completa de un universo desconocido no era lo que tenía planeado cuando salió de ese planeta azul, tampoco cuando llegó, claro está que el propósito principal era más atractivo, la invasión.

La chamarra que había robado hace dos paradas no estaba abrigando lo suficiente y la calefacción de la nave dejó de funcionar, en si, toda la nave estaba fallando, pero si sus cálculos estaban bien podría decirse que aún con todas esas fallas tendría un excelente aterrizaje al lugar destinado.

No iba a mentir, estaba nervioso, solo debía seguir los pasos perfectamente planteados en su cabeza; paso número uno: Encontrarlo.

Y los pensamientos de inseguridad y notas mentales sobre lo que no debiera hacer lo estaban volviendo loco, porque aún creía que no estaba correcto volver como si nada hubiera pasado después de casi 5 años de haberse largado sin decirle a nadie, solo alcanzó a llevarse la casa, mas no el laboratorio subterráneo, solo esperaba que no hayan construido ya en ese lugar o tendría más problemas de los planeado.

Él no quiso irse, un día tuvo un mensaje urgente de parte de la armada Irken, específicamente de los más altos, dando aviso que iba a ser perdonado por tantas catástrofes y por fallar la invasión al planeta Tierra, pero para eso tenía que regresar a la Inmensa lo más pronto posible, así que no tuvo ni tiempo para reírse de la cara de su más grande enemigo de conquista una última vez ya que la emoción por volver era mucho más.

Todo fue una trampa de mierda. Pero claro, el ego de Zim nunca se lo pudo advertir.

Nunca supo cuánto tiempo tardó todo porque ni bien se presentó con sus más altos varios soldados de la armada lo rodearon con sus armas cargadas y listas para desatar el fuego a todo lo que se moviera. Las palabras de Red fueron simples y precisas, ''Zim, estás desterrado. Tienes estrictamente prohibido juntarte con toda civilización Irken y regresar a la Inmensa''.

Zim no dijo nada para defenderse, es más, no dijo nada pues su mente estaba completamente en blanco, temeroso, furioso y anonadado. Fue escoltado de regreso a su pequeña nave y despegó lo más rápido que pudo, no quería estar ahí, no quería sus miradas de pena, de lastima; vagó durante varios días sin descanso y cuando ya no pudo más lloró, lloró de todo el coraje acumulado, gritó, pateó, maldijo su existencia, más que todo porque siempre lo supo, la misión falsa, las sonrisas forzadas de sus altos, la indiferencia, siempre lo supo pero se hacía creer que todo era una mala coincidencia, siempre lo supo... y también Dib se lo dijo, Dib, oh cielos, había perdido tanto en tan poco tiempo, ¿Lo extrañaba? por supuesto que lo extrañaba, a pesar de las peleas y odio mutuo, Dib siempre estuvo ahí para él, se preocupaba cuando desaparecía por días cuando se perdía ideando un nuevo plan de conquista, y cuando supo de la misión falsa él lo animó, ¿y que hizo el? abandonarlo, romper la estúpida promesa de molestarse cada día hasta sus muertes, porque por mas tonta que era, era una promesa, de niños no tan niños pues Dib estaba por cumplir 16 cuando se fue, se pregunta, ¿cuánto habrá cambiado? ¿su cabeza seguirá igual de grande? ¿lo estaría buscando? ¿lo habrá extrañado?, no, de seguro lo odia.

-''Señor, estamos a 6 horas del destino''

-''Máxima velocidad''

-'' Entendido''

Ahora que lo piensa Dib estuvo raro esa semana de su ida, no lo había insultado en la escuela, ni lo había buscado durante el recreo, y es que tenían una rutina que aunque se odiaran podían platicar tranquilamente durante el recreo, nada de planes de conquista, ni de desmembramientos de alien, solamente cosas que solo los dos disfrutaban hablar, el espacio. Y si se le había hecho muy raro que toda una semana lo estuvo evitando. Tampoco es que fuera muy observador, siempre estaba metido en sus pensamientos e ideas. Quizá ya es muy tarde para preguntarle.

Bulletproof Heart 🪐| ZaDrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora