Mientras me apoyaba en la encimera de la cocina para sacar algo desde lo alto del mueble, sentí como tus dedos buscaban de forma revoltosa quitarme la tanga y explorar ahí debajo. Tus labios buscaron el lóbulo de mi oreja izquierda, lo comenzaste a chupar... ¡qué bien se sentía! En tanto que tus dedos, ya estaban sintiendo cuán húmeda me había puesto.
- ¡Que húmeda te has puesto! – susurraste - ¿Deseas que continúe?
No fui capaz de pronunciar palabra, solo asentí y eché todo el peso de mi cuerpo sobre la encimera que no estaba encendida, le ayudé a bajar mi tanga y mi pequeño pantalón y quedé expuesta para él.
Sin mucho reparo, bajó lentamente y se posicionó de tal forma que su lengua quedó en contacto con mis labios. Su barba me hacía cosquillas y su bendita lengua hacía estragos en mí, tanto, que no era capaz de pronunciar palabra, solo sabía gemir y mover mis caderas para sentirlo aún más cerca.
- Continúa – musité, al darme cuenta que se había detenido.
Sus dedos fueron esta vez los que entraron hasta al fondo haciéndome gritar de placer cuando se movían en círculos, mientras su otra mano entraba por debajo de la polera y buscaba con desesperación uno de mis pechos para apretarlo y llevarme aún más al éxtasis.
- Me encanta cuando entras en este trance, cuando te pones cachonda y olvidas hasta nombre – me dijo besando mi cuello.
- No te detengas – susurré.
Sus dedos me estaban llevando al cielo, cuando los sacó, los volvió a meter y estallé en un orgasmo que no pude detener, tanto así, que mi cuerpo se apoyó en la cocina y mis piernas se abrieron un poco más para no caer.
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Fogosos deseos [COMPLETA]
Historia CortaHistorias cortas fogosas y eróticas para pasar la cuarentena.