Capítulo 16

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A mi prometida le cambió la cara al enterarse que esta noche cenaríamos en Bridges. Un alivio para mi verla sonriente y no tener que escuchar regaños o miles de detalles intrascendentes sobre la boda.

Aunque debo admitir que la generosidad de Perth Tanapon todavía me tiene pasmado. Me visto con mi mejor camisa, peino mi cabello hacia atrás y tomo el brazo de Clara. Cogemos un taxi y llegamos al restaurante cinco estrellas en menos de veinte minutos.

Cuando llegamos a la recepción, nos dicen que nuestra mesa nos está esperando.
Ciertamente ninguno de los dos está acostumbrado a este tipo de trato, mucho menos en un lugar tan lujoso.

Nuestra mesa está cerca de un hogar de piedra, cubierta por un delicado mantel blanco y un sutil candelabro de plata que contiene dos velas igual de blancas. Una suave música baña el ambiente con un clima reconfortante y cálido.

Todo anuncia una noche perfecta, de no ser por los mil demonios que pululan por mi cabeza.

No puedo compartir la alegría de Clara.

Honestamente, no me importa el
dinero ni las cenas lujosas. Solo puedo pensar en Perth y en las cosas que hemos hecho.

El camarero nos trae la carta y nos recuerda que el CEO, cliente habitual, va a ocuparse de nuestra cuenta. Tan solo oír su nombre hace que se ericen los vellos de mi cuello.

–Saint ¿Qué ocurre? –Clara frunce el ceño.

–No ocurre nada. –apuro mi copa de agua antes que nos traigan nuestro pedido.

– ¡Pareces ausente! ¡Siempre estás ausente! No has venido a ver el salón conmigo, tuve que elegir las invitaciones yo sola, ¡ni siquiera me acompañaste a ver el salón!

– ¡Fui a ver el salón! ¡Ya perdí la cuenta de cuantos putos salones he visto! – elevo mi voz sin quererlo. Dios

¿de dónde sale tanta frustración?

– ¡Has visto UN salón, no el definitivo! ¡Nunca prestas atención! -Dejo escapar un suspiro, frustrado. No quiero escuchar por enésima vez el discursito de Nunca me prestas atención. No esta noche.

–Realmente no tengo ganas de discutir hoy –pienso en voz alta. El camarero hace su llegada y ambos guardamos silencio. Clara aprieta sus labios pintados de tono coral mientras él dispone nuestra comida frente a nuestros ojos. Una vez que se retira, ambos permanecemos en silencio unos instantes.

¿Realmente quiero casarme con esta mujer?
¿Pasar toda mi vida discutiendo con esta mujer?

–Tienes razón –suspira Clara –No vamos a discutir esta noche. Este lugar es perfecto, vamos a disfrutarlo ¿sí?.

Asiento y also mi copa de vino blanco. Ella me imita. Nuestras copas están a punto de chocar en un brindis cuando alguien me palmea la espalda.

– ¿La están pasando bien?
Cuando encuentro a Mi Jefe Perth frente a mis ojos creo que voy a morirme aquí mismo. Me sonríe de una manera cómplice, con sus ojos negros encendidos y su sonrisa iluminando su rostro de porcelana. Lleva un traje negro entallado que resalta su figura de triangulo invertido, y su cabello de negro resplandece
gracias al fuego del hogar. Inmediatamente siento un estremecimiento desde mi nuca hasta la punta de mis pies.

–Saint ¿no vas a presentarme? –me regaña Clara ante mi súbita parálisis.

–Sí. Si…yo…yo…él es… –apenas puedo armar una oración coherente. Todavía no puedo creer que Perth esté aquí. Mi respiración se agita y mi corazón se acelera. De pronto el calor me embarga.

–Perth Tanapon, mucho gusto – el pelinegro estrecha la mano de mi prometida con cortesía.

–Clara.

– ¡Oh, tu eres la famosa Clara! ¡Felicidades por el compromiso! –Perth se inclina a besar la mano de mi prometida y ella deja escapar una risita horripilante.

– ¿Perth Tanapon? ¡¿El pequeño Perth de la escuela?!

–El mismo – Perth hace una pequeña reverencia, pero puedo notar que está molesto por el recuerdo.

– ¡Dios mío, como has crecido! –exclama Clara, y su voz es tan aguda que me irrita. – ¡Saint no me dijo que tú eras su jefe!

–Me pregunto por qué.

Creo que el fuego va consumirme vivo. Olas de calor, rabia y excitación suben desde la base de mi estómago hasta mi garganta. También las siento entre mis muslos, palpitando como siempre que Perth está cerca.

–Si nos disculpas, querida, debo robarte a tu prometido unos minutos. Cosas del trabajo –Perth me jala del hombro y yo automáticamente respondo poniéndome de pie – ¡Te lo devolveré enseguida!

La Venganza De Mi Jefe [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora