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Dónde los ojos nunca se cierren y nuestros corazones nunca se rompan.

Cada parte de el dolía pero ninguna parte de su cuerpo dolía más que su corazón. Sentía tanta impotencia, tanta furia... Kakashi apenas tenía 12 años, no merecía morir. Óbito no podía dejar de repasar en su cabeza lo que había sucedido... No vio aquella roca y se golpeó la cabeza pero kakashi lo empujó y lo saco de aquel trágico destinó, cambiando las posiciones en la garra de la fría muerte. No pudo hacer nada, una vez más era inútil, no podía quitar aquella enorme roca de encima de su compañero. Golpeó, tiró, pateó con todas sus fuerzas... ni siquiera tenía suficiente chakra para hacer un jutsu y destruirlo. Rin tuvo que poner una mano en su hombro y mirarlo con ojos llorosos y desgarradores, el lo sabía, aunque llegará a quitar la roca... El destino de Kakashi ya estaba firmado. Cayó de rodillas, a lado de su compañero desahuciado.

¿Por qué el destino tenía que ser tan cruel? ¿Por qué siempre tenía que ser tan inútil? Golpeó el suelo con ambos puños mientras gritaba ferozmente en desesperación, pidiéndole a los dioses existentes y por existir que lo ayudaran...

Cosa que no pasó...

Esto no era justo... pero la vida tampoco lo era, el debía ya de saberlo.

Lloró, se encogió sobre el suelo, abrazando su estómago con fuerza y lloró amargamente aquella decisión. Preferiría mil veces morir el mismo, que ver partir a su joven compañero. Una caricia en su cabellera hizo que alzara la vista, encontrándose con la mano de su moribundo compañero. Sin pensarlo dos veces, el Uchiha la tomó, entre las suyas... Estaba fría, temblaba y tenía algo de sangre en ella... El menor la apretó con las pocas fuerzas que le quedaban y dió un débil jalón a su compañero para que se acercará. Óbito gateó por el suelo hasta estar más cerca...

Kakashi literalmente estaba por la mitad, su pecho subía y bajaba débilmente, casi imperceptible, sangre escurría desde su frente por toda su cara que aún quedaba expuesta. El le sonrió a Óbito, bueno eso se podía dar a entender por la forma en que su ojo se cerró y se arrugó puesto que su máscara seguia en su lugar.

Era la primera vez que Óbito se detuvo realmente a ver a su compañero. Nunca antes se había dado cuenta de lo pequeño que era el niño puesto que realmente es un niño, muy pocas veces recordaba ese hecho. Kakashi era un verdadero dolor de culo, era irritante, carente de empatía, un gran shinobi pero un horrible ser humano...

Sin embargo...

Solo era un niño confundido...

La mirada moribunda del peliplata se deslizó hacia su costado, más específicamente hacia la niña que luchaba por contener las lágrimas.

- Asegúrate de que no confunda los papeles bombas con servilletas para secar su sudor, Rin - Murmuró bromeando débilmente y la niña gimió reprimiendo el dolor que sentía.

- Si - se limitó a decir siendo incapaz de detener unas cuantas lágrimas que se deslizaron por su cara.

El peliplata dirigió nuevamente su vista hacia al azabache, ambos compartieron una mirada en completo silenció, el cual rompió el menor.

- Óbito - Susurró - Y-yo debo confesarte algo...

El aire cada vez se volvía más denso y dolía demasiado cada inhalación pero el Hatake recolectó toda la fuerza que aún tenía para hacer sonar sus palabras.

El Uchiha calló, prestando atención.

- Jamás pensé que fueras un inútil - admitió sin dejar una pequeña sonrisa que apenas que se podía distinguir detrás de su máscara - Yo era malo contigo por qué quería que lo lograrás... Quería que fueras fuerte e ideal para cuando llegues a convertirte en Hokage...

La Última PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora