Capítulo 20

920 64 0
                                    

Capítulo 20

-Me enamore.-Dice simplemente.

-Oh, esa es una gran confesión.

-Lo se.-Dice Artemisa soltando un suspiro.

***

Miro la ventana mientras la sensación de soledad recorre mi cuerpo, aunque no esté realmente sola.

Juego con un hilo rebelde de mi blusa mientras miro el paisaje.

Las cosas que siempre creí que no pasarían pasaron, era como si el mundo me dijera “En tu cara”, mis madres mortales habían muerto, era una semidiosa que en realidad es una diosa, mis padres son Poseidon y Atenea, los dioses que peor se llevan, Artemisa se había enamorado ¿Qué más podía pasar? Oh, claro, lo olvidaba, me enamore, siempre, toda mi vida jure y jure que nunca en mi vida me enamoraría, pero eme aquí, muriendo de amor por el príncipe de los fantasmas.

Recuerdo cuando me dijeron que era una semidiosa, ahora acepto que soy una buena actriz.

Limpio una lagrima de mi mejilla, pero otras más cubren su lugar.

Cuando me dijeron que era semidiosa, lo único que quería era tirarme a mi cama, llorar y ocultarme para siempre, pero no lo hice, afronte las cosas, además de los riesgos que asumían ser una semidiosa.

Recuerdo cuando en mi reclamación apareció un Tridente y una lechuza. Recuerdo lo asustada que estaba. Las ganas de llorar. Las ganas de ocultarme en algún lugar.

¿Por qué me pasaban estas cosas a mí?

Recuerdo mi huida con Nico, recuerdo que me sentía incomoda, recuerdo como todas las cosas cambiaron en una sola noche.

Estaba acostada en mi cama, sin saber qué hacer, jugaba con las costuras de mi colcha.

-¿Qué te pasa?

Doy un brinco cuando siento la presencia de Nico a mi lado

-Vete por favor, quiero estar sola.

-No creí que fueras así, Reich, confió en que sabes tomar elecciones, pero no confió en que puedas estar bien emocionalmente.

-¿Dices que estoy desequilibrada?

-No, solo digo que pienses mejor, que es lo que quieres en tu vida.        

Esas palabras quedaron marcadas en mi vida.

Jamás me habían dado a elegir algo.

Cuando era niña mis padres mortales elegían todo por mí, desde mi trabajo, hasta que pensar.

Esas palabras hicieron que me dé cuenta de que, si yo no guiaba mi vida, nadie lo haría por mí.

Miro a Nico, sentado tranquilamente viendo televisión mientras toma a sorbos una bebida energética.

-Nico…-Susurro.

Él voltea la mirada, cruzándose con la mía.

-¿Qué?

-Te necesito.

Recuerdo lo humillante que me resulto reconocer que lo necesitaba.

Una sonrisa se escapa de mis labios al recordar a Nico decir “Yo también te necesito”

-¿Por qué lloras?-Dice Nico pegándome más a su pecho.

-No quiero esto para mi vida, no quiero esto para mis hijos.

Mis lágrimas se intensifica, Percy me mira y pone su mano sobre la mía

-Nunca fue nuestra elección.

-Puede que muera ahí. Solo recuerden por favor, que lo amo.-Digo mientras los junto en un abrazo, Annabeth también se une a nuestro abrazo.

-Es hora.-Dice el chofer abriendo la puerta del auto.

Salimos del auto, mirando la imponente Monte Etna y nos encaminamos a nuestra muerte inminente.

El Semidiós y La Diosa ΨDonde viven las historias. Descúbrelo ahora